(Para la iglesia de los tiempos finales)
“… me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, …”
(Epístola Universal de "Judas", un doulos de Jesucristo/RVR 1960)
La actitud y declaración pública del papa Francisco, expresando su vergüenza y pidiendo perdón a las víctimas de abusos sexuales por los pedófilos; en el clero de chile, nos da que pensar. Especialmente, sobre “la doctrina de la infalibilidad papal”. Pues, se sobreentendía que, como representante de Cristo en la tierra, el papa no se equivoca; así que sus criterios y juicios papales son inequívocos. Pero, el papa Francisco nos enseña que, en los últimos tiempos, la máxima representación de esta iglesia jerárquica puede reconocer los errores y los pecados de este sector clerical. Y porque no añadir también, en este reconocimiento y pedido de perdón, los tremendos errores históricos, como lo fueron: las cruzadas, la mal llamada “santa inquisición”, la quema de biblias por ser versiones en otros idiomas y no en el latín; las crueles torturas y ejecuciones de practicantes de otro credo y de reformadores protestantes; la imposición del celibato en general, como condición para integrar el sacerdocio, aún para los que no tienen el “don de continencia”; y por la exclusión de las mujeres en el sacerdocio solo de hombres.
En sí, la iglesia cristiana en el presente mundo cambiante afronta su hora final de prueba, en que ha de demostrar la eficacia de su fe, doctrina y ética cristiana, tanto en su vida interna comunitaria como en su testimonio público. Organizacionalmente, la iglesia en general, atravesando el tiempo, ha dejado mucho que desear para su perfeccionamiento representativo, participativo y democrático, y ha venido arrastrando muchos errores pendientes de rectificar. Porque al final de cuentas, la iglesia del Señor está atrapada en este espacio llamado mundo, y está conformada por seres humanos creyentes e imperfectos, que aspiran vivir como ciudadanos del reino de Dios.
Por todo esto, es importante poner atención a esta breve epístola universal de “Judas”, que contiene “una voz de alarma” para la iglesia de los últimos tiempos, que describe la conducta de maestros o ministros malvados infiltrados dentro de la iglesia y, que nos exhorta a contender por la fe y a tener cuidado de nuestra conducta cristiana confrontada por estos malvados.
Esta Epístola de “Judas” es parte de las ocho epístolas clasificadas como “Universales o Judeo-cristianas”:
Se caracteriza por su brevedad, su tono enérgico, su alusión a dos libros apócrifos que gozaban de popularidad, “la Asunción de Moisés y el Libro de Enoc”; y su parentesco temático escatológico, con la 2da. Epístola del apóstol “Pedro”. El autor de esta epístola se identifica a sí mismo, como “un doulos de Jesucristo, y hermano de Jacobo”. (1a)
Como es típico de estas epístolas, no tienen un destinatario en específico, sino que se dirigen en general, a la “iglesia invisible o cuerpo místico de Cristo”; por lo cual “Judas” denomina a esta “Iglesia”, en su saludo, como “la comunidad de los llamados, de los santificados y de los protegidos en el Señor”. (1b)
Declara que su tema inicial estaba enfocado a la “común fe”; pero, vio necesario “exhortar a la contienda apasionada por la causa de la fe; debido a la infiltración de hombres contradictorios que niegan la eficacia de esta fe cristiana”. (3,4)
De manera argumentativa e introductoria a su exhortación, llama la atención de todos, dando tres ejemplos de “destitución de la gracia de Dios”: A) Menciona a aquellos que fueron parte del pueblo elegido, que murieron en el desierto porque descreyeron. (5). B) A los ángeles que fueron puestos en prisiones de oscuridad, porque abandonaron su dignidad en el cielo. (6). C) A las pequeñas ciudades vecinas que fueron destruidas juntamente con Sodoma y Gomorra, porque se dejaron influenciar por la mala vida de estas grandes ciudades. (7). En conclusión, ni porque eran parte del pueblo elegido, ni porque eran ángeles, ni porque eran víctimas influenciables de un mal ambiente; Dios no pasó por alto estas inconductas, sino que los condenó por sus maldades.
Características de estos maestros infiltrados e inductores del error:
Seguidamente, el autor de esta epístola hace toda una caracterización de estos infiltrados en la “comunidad de los creyentes”; agrupándolos en sus descripciones:
A) Ellos son: Los impuros; los rebeldes a las autoridades superiores en lo celestial; los blasfemos. (8)
B) Ellos son: Los infraternos como Caín; los seguidores del lucro como Balán; los contradictores como Coré. (11)
C) Ellos son: La nota de escándalo en las confraternidades; los impúdicos en la comunión cristiana; los ministros que se apacientan a sí mismos.
D) Ellos son: Los infructuosos en sus vidas personales; los erráticos como las nubes sin agua; los de una vida seca como los árboles otoñales muertos y desarraigados. (12)
E) Ellos son: Las fieras indomables de sus propias pasiones que avergüenzan; las criaturas fugaces en lo que empiezan; las criaturas condenadas a la oscuridad. (13)
F) Ellos son: Los murmuradores; los querellosos apegados a las cosas corruptibles y temporales; los convenidos para sacar provecho de las personas. (16)
G) Ellos son: Los causantes de divisiones; los sensuales; los que no tienen el Espíritu de Dios en sus vidas. (19)
Exhortación para la Iglesia del final del tiempo: (Lo que debemos tener presente)
· No disputemos con fuerzas superiores a nuestro entendimiento; sencillamente a la manera del arcángel Miguel, cuando disputaban por el cuerpo de Moisés, (libro apócrifo), reprendamos al demonio. (10)
· Enoc, (libro apócrifo), nos advirtió del juicio de Dios que traería con sus millares de ángeles, en contra de los impíos, pecadores y blasfemos. (14, 15)
· Tengamos presente las palabras proféticas de los apóstoles, que decían: “en los últimos tiempos, habría hombres burladores y de malos deseos”. (17, 18)
· Levantémonos sobre nuestra santísima fe
· Oremos en el Espíritu de Dios. (20)
· Perseveremos en el amor y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo. (21)
· Convenzamos a los que dudan. (22)
· Salvemos y arrebatemos del fuego del infierno a los perdidos
· Tengamos misericordia de esos perdidos, pero con cuidado, porque aún sus ropas están contaminadas por su mala vida. (23)
Palabra Final: (24,25)
Al Único y Sabio Dios, que es capaz de mantenernos sin caída y en pie de victoria; y de presentarnos sin mancha ante su gloria resplandeciente; damos la gloria y toda alabanza. Amén.
¡Lee la Biblia!
(C.A.S.) /Una reflexión profética y comentario sobre la Epístola Universal de “Judas”, el doulos de Jesucristo.