“Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”
(Profeta “Jeremías”, 33:3/RVR 1960)
Se habla de un “club de la construcción”, refiriéndose solo a empresas constructoras convenidas y ocasionales, en alternarse contratos monopólicos con el Estado, sobornos, sobreprecio y chantaje a “medio mundo”; limitando a este rubro la mega estafa y a personajes determinados, la acusación. Pero, debiéramos hablar de “un club de corruptos”, de diferentes rubros, que viene operando cómodamente en el Perú, y que ha venido condicionando al estado peruano, para el cobro de un impuesto tributario paupérrimo, o casi inexistente, para estas empresas transnacionales; por mencionar un ejemplo. ¿A cuánto de los ingresos de estas empresas representan el recaudo de impuestos tributarios a favor del estado peruano?
Entonces en la “hipótesis de un club de corruptos”, estaríamos hablando de una organización cuasi mafiosa, que tendría el control de los macros negocios o comercios internos y externos del país. Y esto explicaría el “estatus quo” que se mantiene inalterable en el país; en que, a pesar de su diversas crisis, y de todas esas propuestas de cambio y de mejoras, por personajes aparentemente decentes y políticos de todos los colores, pasan, para que todo siga igual.
Cada vez me convenzo que el señor Alberto Fujimori solo fue útil a la proyección de dicho “club”, y que la exclamación en su juicio en el Perú: “¡Soy inocente!”, trataba de señalarnos algo; y fue necesario, imperativo, que él y su asesor terminaran como victimas necesarias, para la nueva fase de avanzada sistémica del “club”.
La existencia de “un club”, explicaría porque en cada quinquenio, una representación de “los no sé quién y los no sé cuántos”, interceptarían a los nuevos presidentes antes del inicio de su gobierno, para fijarle una hoja de ruta, que iría con el acompañamiento de determinados personajes que tendrían que ocupar tal o cual cargo o ministerio, como especie de “candados”, para no malograr el sistema privado y liberal que se ha mantenido inalterable; y expectorando toda política de cambio y de amenaza a “la macro y particular ganancia comercial”. Y de ser así, esto también explicaría la rotación de los mismos personajes en todos los gobiernos que han regido en el Perú; asumiendo los mismos o diferentes cargos en el gobierno de turno; como si no hubiese otros peruanos de igual valía para ejercer el cargo en un gobierno normal.
Debemos tener un concepto amplio de la corrupción, al menos de la que atañe al Perú; y evitar esa “visión mediática y sesgada” que se nos imponen por el método de la saturación, promoviendo nuestras profundas aversiones políticas; se nos induce para pensar y convencernos de que “metiendo preso y atacando al político, la justicia ha sido bien firmada y ejecutada”. Pero, un momentito; los políticos y autoridades, fueron una parte de la corrupción, se puede decir que ellos son los que fueron sobornados por medio de coimas; pero, las empresas son la parte promotora de corrupción y las que se han dedicado a corromper a “medio mundo”. Y se puede concluir, diciendo que mientras los políticos se han llevado “un sencillo”; las empresas corruptoras son las que han saqueado y siguen saqueando al país; por millones y millones…; me refiero por su puesto, a las promotoras de corrupción.
Ya inició el circo mediático en el Perú; luego de la “firma del acuerdo controvertido”, entre la representación peruana y la empresa corruptora Odebrecht; previamente aparecen testigos fantasmales y arreglados para el show, que empiezan a mencionar a políticos que recibieron “aportes de campaña”, y trascendidos de dichos o confesiones de cuánto fue la coima para los presidentes que han sido puestos de blanco mediático.
De las empresas consorciadas, se dice suavemente que ellas sabían y participaban del pago de sobornos a las autoridades de turno; pero, no se pregunta ni se sabe de cuánto fue las millonadas de ganancia que obtuvieron, por obras sobre valoradas, por partes ejecutadas pobremente, por beneficios de contrato a largo plazo, por la subvención económica del estado, por no pagar interés, por impuestos minúsculos, por arbitrajes ganadores, etc..
¡Corramos todos tras el ladrón “pájaro frutero”! Nos repiten cada mañana, tarde y noche, azuzando mediáticamente a la población; Pero, nada de los “megas ladrones”, que son los que se lo han llevado todo y fácil; invisibilizando a las consorciadas, especialmente a aquellas que son dueños de medios de comunicación. Una periodista entrevistando a un ex funcionario de un gobierno anterior, “y perdiendo los papeles, la buena forma”, le condicionaba a contestar: “¡Pero, Ud. ha recibido coima, Ud. sabía por su cargo, lo dice el acusado ocasional testigo estrella!” Y uno pensaba: ¡Pero, que cínica! Ella como periodista, ¿no sabía que el canal en que trabaja y su jefe máximo no estuvieron consorciados con Odebrecht de manera accionaria? Y a otra periodista le preguntaron indirectamente y en vivo, ¿Quiénes son los dueños de este canal? Su respuesta rápida y a voz baja fue: ¡No sé!
La hipótesis de la existencia de “un club de negocios varios”, que monopolizan el mercado interno y externo, explicaría esa “fuente inexorable”, que abastece de audio, vídeo, fotos y todo tipo de documentos, que son utilizados: para chantajear; perseguir; traerse abajo a personajes públicos; hacer cambios no importa de qué instancia estatal fuere; acusar; demonizar; y meter en prisión por simple “sospecha” o por el decir de alguien, a cualquier simple mortal.
La existencia de este “club”, explicaría él porque de esta modalidad de concentración de medios, vía la compra de medios populares: radio, prensa escrita y televisiva, etc. Y las preguntas o interrogatorio que quedaría pendiente de respuestas serían: ¿De dónde salió el dinero para dichas compras? ¿quiénes son realmente los dueños? ¿quién o quiénes serían los clientes o corporaciones con tal exigencia para esta modalidad de medios de comunicación concentrados?
Y una pregunta que debiéramos hacernos los peruanos es: ¿Existen todavía empresas peruanas grandes o regulares que siguen siendo peruanas, o es que todas se han transnacionalizados, para servir de ocultamiento de monopolio de tal o cual rubro de intereses foráneos?
Cada vez me convenzo de la existencia de “un club” que no solo tiene alcance local o nacional; sino que es parte de un “club mayor”, de alcance mundial; eso explicaría porque los mismos problemas sistémicos de corrupción (la trampa), suceden aquí en nuestro país y de igual forma en otros países; los mismos problemas judiciales; las mismas victimas políticos; la misma línea periodística; los mismos personajes concertadores; los mismos problemas; los mismos beneficiarios y los mismos perjudicados; la misma ley de premiación de beneficio a las empresas corruptoras, para que sigan con lo suyo, como si el premio hubiera sido por malograr el comercio y ganancias de estos pobres países. La hipótesis de la existencia de este “club de corruptos de negocios varios” de alcance mundial, explicaría porque es posible “capturar a todo un estado y mantener secuestrado a todas sus representaciones con el objetivo de radicalizar un sistema de gobierno paralelo, que beneficie a los grandes intereses económicos nacionales y extranjeros particulares.”
¡Lee la Biblia!
(CAS)/ Un comentario basado en la hipótesis de un ciudadano peruano indignado