"¿Un personaje o un sistema...?"

¡Vivimos los últimos tiempos!
¡Vivimos los últimos tiempos!

“No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad.

¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.”

 

(Epístola 1 de “Juan” 2: 21,22/ RVR 1960)

 

PROLOGO

 

 

Es increíble, como en estos años de “pandemias restrictivas”, la gente ha construido en su imaginario colectivo, “su burbuja ilusoria de protección personal, familiar y social”; negando esos reinos o mundos microscópicos de bacterias y virus, que son propios del entorno natural y ecológico en que existimos. Además, negando esa protección natural y eficaz que hay en su propia humanidad.

Porque nos pongamos una mascarilla, nos bañemos con alcohol, nos inyectemos una ilusión o nos encerremos en una casa; todo esto no hará que estos reinos naturales se hagan al margen de nuestra artificial vida urbana. 

Me atendía como único cliente en ese momento, un agente comercial en su local, cuyo mostrador se ubicaba casi pegado hacia la puerta de entrada; como yo no uso mascarilla, me pidió que me pusiera hacia la parte de afuera de la puerta, para que hiciera efectivo mi pago, “como si el reino natural de ese mundo microscópico”, no estuviera tanto dentro como fuera de este local. Además, estos organismos microscópicos no son aves que vuelan, o sapos que saltan de un lugar a otro, ni seres racionales que diferencien una línea “dentro” o “fuera”.

Se afirma conceptual y científicamente, que, en nuestro organismo humano, tenemos de manera natural tantas bacterias como células. Por lo que estamos habituados a nuestro entorno natural; y desde nuestro propio organismo, hacemos una mejor y completa lectura de convivencia, y tenemos la capacidad de mantener el equilibrio con todos esos reinos.

 

INTRODUCCIÓN

 

Toda guerra es destructora y auto suicida, obviando sus pequeñas o grandes causas. “La generación del consenso mundial por la paz”, posterior a la I y II Guerra Mundial, siempre se reunieron, dedicando su tiempo y su inteligencia racional, para evitar por todos los medios posibles, otra guerra. Y tratando de superar esos horrores y olores deshumanizantes de la pólvora, de las armas y de cuerpos humanos putrefactos, desmembrados, regados como objetos inmóviles, o como desechos sin valor alguno en esos campos de batallas.

En estas guerras actuales se hace la pregunta superficial: ¿De qué lado estamos?

Como cristianos convencidos de los valores del Reino de Dios, pues, por supuesto que estamos del lado de la humanidad, de la paz, de la convivencia fraternal planetaria, de la verdad y de la justicia.

En la Biblia, no se equivoquen, Dios se ha mostrado como el “Dios de Israel” y como el “Dios de todas las Naciones”. Y en sus intervenciones, su objetivo era mantener el equilibrio entre los pueblos; hacer justicia entre los oprimidos y los opresores; librar a Israel de sus enemigos gratuitos, es cierto; pero, otras veces usando a otros pueblos para juzgarlo.

En esta guerra civil librada en la región euroasiática, algunos afirman que definirá “un nuevo orden mundial”; lo preocupante es que parece haber sido presionada por “una secta de intereses”, que sigue una agenda, y que apuntala de manera insólita, a que los daños mayores sean colaterales. Esto es, a la existencia de los pueblos europeos; a la destrucción del sistema   económico y comercial del mundo; a la apropiación de los recursos ajenos, a la evasión de sus billonarias deudas a su principal acreedor; y a la imposición de una dictadura mundial.

No se puede entender la falta de reacción de los ciudadanos europeos; a no ser que ese olor a guerra, este trastornando su raciocinio y despertando esa pólvora en su ADN, siendo llevados alegremente a su autodestrucción.

En todo caso, me parece que estos organismos supranacionales, han quedado expuestos ante el mundo, y debe evaluarse su representación internacional y su existencia; porque los voceríos de sus lideres, parece ser el eco del “vocerío de esta secta de intereses” y de los negocios armamentistas. Porque la única lógica de ayuda que se les escucha, de los que quieren ayudar, “es dotar de más armamento” a un país no miembro, ¿para qué la guerra acabe? Y según un juicio racional, son tan culpables los que hacen la guerra, como los que intervienen inmiscuyéndose, trayendo más armamento que solo atiza el conflicto y que al negocio de las armas, lo pone en el estatus “full ganancia”.

Algunos afirman también, que estamos o estaremos a punto de una “tercera guerra mundial”. ¡Error! Porque sería una Primera Guerra Mundial del Siglo XXI, sin precedentes en la historia de la humanidad, porque sería el enfrentamiento entre potencias nucleares, que harían uso de un armamento nunca utilizado en los siglos pasados; cuyo efecto máximo colateral sería la aniquilación del planeta tierra.

Por ello termino esta reflexión, muy cordialmente, con un llamado a los que toman las decisiones finales: ¡Oigan!  ¡Dementes! ¡Retornen a la cordura!

 

Un líder mundial totalitario

 

En las antiguas y conservadoras reflexiones sistemáticas, a veces se infería, a manera de ejercicio, en relación con esta pregunta: ¿El anticristo será un personaje o un sistema político mundial? En mis conclusiones reflexivas, me parece como las de todos, era que sería ambos; es decir, “un líder mundial y un sistema”.

Con relación “al sistema anticristo” o “anticristiano”, ya el Apóstol Juan desde su época argumentaba, que este sistema ya se estaba extendiendo; afirmando: “…y según habéis oído que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.” (1 “Juan” 2:18,19)

Refiriéndose a los apostatas de la fe cristiana, que habían abandonado a la “iglesia”. El sistema anticristo, entonces, es la negación o la contradicción a la Doctrina Cristiana.

Con respecto al personaje anticristo, la Biblia afirma que llegará el tiempo en que este se dará a conocer, para imponer “su gobierno mundial”; sometiendo con engaño a los pueblos del mundo, de manera totalitaria.

En estos años de pandemias, vemos que se ensaya y se extiende toda una plataforma para controlar por todos los medios a la población mundial.

El anticristo será entonces, un líder político mundial, que impondrá un sistema de control total sobre toda la humanidad; que el libro de “Apocalipsis” llama “la marca de la bestia”, o “el sistema 666”

La política de control y engaño de esta criatura, llamado, además, “el falso profeta”, será tan fina y sutil en sus comienzos, que cuando la gente reaccione o se de cuenta, ya estarán atrapados bajo su control.

Y tomando conciencia de estos años de pandemia, reflexionando, me cuestiono y digo: ¿Cómo ha sido posible que hallan encerrado en sus casas a casi toda la población mundial? ¿Cómo ha sido posible convencer a la gente para que se preste a una cobertura experimental? ¿Cómo es posible que veamos como se destruye todo nuestro sistema de vida sin que reclamemos? ¿Cómo es posible que aceptemos normas de obligatoriedad ilegales y no científicas? ¿Cómo es posible que le demos más credibilidad a una frase comercial que a la ciencia? ¿Cómo es posible que aceptemos vivir en una cultura de censura apabullante y oscurantismo científico?

Y lo que es peor; ¿Cómo es posible que hayan muerto tantos seres queridos familiarmente y no se halla dado una exhaustiva investigación sobre las causas reales de sus decesos?

Esta política de restricciones y obligatoriedad nos ha dividido a unos contra otros; en lugar de unirnos para demandar el reconocimiento de nuestros derechos y libertades constitucionales.

No basta las marchas de protestas que se agotan; sino, además, debiera ser la organización colectiva ciudadana, con reclamos que hagan fuerza de ley, en las instancias estatales y gubernamentales.

Y porque no decirlo, esta “secta de intereses”, se perfilan ahora para seguir presionando el conflicto y para establecer el inyectable de por vida que, por cierto, vida que no será muy larga, ni normal.

 

“¿Cómo reacciona la iglesia?”

 

En primera instancia, en una sana doctrina, la “iglesia” se sujeta a toda autoridad establecida, en este contexto especial pandémico y de restricciones; acatando “las normas sin dudas ni murmuraciones”, como un ejército obediente.

Pero, ante la obligatoriedad, la “iglesia” informada ha respetado a quienes, por motivo de conciencia, son renuentes a someterse a una cobertura experimental. Aunque corporativamente, la “iglesia” se ha uniformado como cualquier institución pública, acatando las restricciones, para evitar “pagar las multas o ser clausuradas.” Siendo esto su principal justificativo para uniformarse en su acatamiento.

Individualmente, los ministros que se consideran imprescindibles en su área ministerial, pues, se inyectan encomendándose a Dios, y continuar con su carrera de fe. Y los creyentes en general, tienen sus temores, sus experiencias de enfermedad con estas plagas y sus testimonios de sanidad de parte de Dios, como también, otros han partido a la presencia del Señor, porque era su tiempo.

En nuestro caso, hay tantas “Instituciones Cristianas de Servicio - Varios”, como “iglesias” en el Perú; y estas también se guían por la misma “ética moral cristiana”, como cualquier ministerio cristiano eclesiástico. En mi experiencia personal, me he desempeñado en el ministerio de la enseñanza cristiana, por cerca de tres décadas; hasta que una madre de familia cercana a la iglesia, a nuestro centro de servicio y a mi familia, y conociéndome, le pareció bien irse a una instancia estatal, para quejarse de mi persona, de que yo no estaba con la inyección. Así que ante la condición de inyectarme o no enseñar más de manera presencial, opté por no inyectarme, “porque traicionaría mis propias convicciones”.

Así que eso de que estas restricciones y obligatoriedad, nos pone a unos contra otros, en mi experiencia personal, no es una retórica.

Aunque mi organización de la cual soy miembro, no me despidieron y me extendieron una manera de que yo continuara trabajando, pero, regido por la “norma de que debe ser no presencial”, sin contacto con los sujetos de mi enseñanza”. Y aquí viene a resaltar y evidenciarse lo “sutil y fino” de esta política de restricciones, porque te condiciona a ser un “ciudadano de segunda o tercera categoría”; porque si no puedes entrar a un local, si no puedes trabajar libre y presencialmente, si no  te admiten ningún privilegio de movilidad social; entonces, ¿de qué otra manera debemos llamar a esta situación?

Yo no he recibido ninguna inyección, ni la recibiré; ¿por qué? En primer lugar, porque no puedo despreciar lo que Dios me ha dado, un sistema inmune eficiente, que ha sido puesto a prueba en estos años pandémicos, saliendo fortalecido e indoblegable ante estas plagas. En segundo lugar, prefiero perderlo todo, menos mi libertad de conciencia. Y, en tercer lugar, no puedo ir contra mi razón, “yo estoy sano, totalmente sano”. ¿Por qué debo ser tratado como un enfermo inyectándome innecesariamente?

Respeto las convicciones y decisiones de mis consiervos; pero, estas son las mías. Se que hay mucho temor, dudas y una mala información popular; pero yo no me guío por “la propaganda de los vendedores de ilusión”, sino por la ciencia, de la cual tengo información. Yo lo único que puedo contagiar es inmunidad. (Soy uno más de ese "rebaño inmune", que está presente de manera natural).

Una nieta mía sentía malestar corporal, y como siempre, toda mal se lo queremos atribuir al bicho; le dije, “toma mi mano, yo tengo inmunidad” A los minutos, se le vio recuperada; y a los minutos, yo sentía en mis piernas y en mi pecho un decaimiento, como un espíritu de enfermedad; y a los minutos, mi organismo se normalizó. Y yo concluí como siempre, “listo, uno más fue asimilado”.

Yo soy un creyente y un hombre temeroso de Dios; y sé que estas plataformas de políticas finas y sutiles, para un control total e imposiciones de restricciones sobre la población mundial, se harán más agresivas. Y la “iglesia” debe preparase, sobre ¿Cuál debe ser su respuesta ética, su respuesta política ante tales imposiciones y su tema apologético en su defensa de la fe cristiana?

Para esto mismo, debemos tener encuentros de reflexión para tratar estos temas de restricciones; y ver si este “sistema anticristo” nos está guiando a entrar en contradicciones con la Doctrina Cristiana.

Porque el último desafío que veremos no será el desmoronamiento de nuestras estructuras locales congregacionales y de servicio social; sino la lucha de la fe “por ser la Iglesia del Señor”. “Ser iglesia”, eso será la lucha a muerte.

No se equivoquen conmigo, por favor; no soy un reacio sin causa, desde mi posición acuso que todas estas restricciones y obligatoriedad son ilegales e inconstitucionales; y mi rechazo a no ser inyectado, está amparado por los Artículos 1 y 2 de nuestra Constitución Política del Perú.

Le preguntaba al Señor, ¿Cómo debemos resistir? ¿Cómo venceremos? Y la única respuesta que recibí fue: “La lucha y la victoria es ¡no aceptando la marca de la bestia!”.

 

EPÍLOGO

 

Vivimos los últimos tiempos; todas las señales se están constatando en las historias recientes. El mundo ya no es ni será igual a los tiempos pasados.

Dios ha traído a mi memoria hace poco, unos sueños proféticos y reiterativos que me venían, cuando yo era un recién convertido; en realidad eran dos sueños diferentes, y les hablo ahora de uno de ellos.

“En mi sueño me veía en una playa caminando hacia el mar; tenía yo puesto una especie de túnica blanca, mugrosa, rasgada y ensangrentada. Veía, además, a un ejército que se posicionaba delante de mí, pero manteniendo su distancia y con armamento pesado, tratando de impedir que yo avanzara hacia el mar. Yo me preguntaba, recuerdo, ¿por qué todo un ejercito pelea contra un solo hombre? A medida que yo avanzaba, los soldados se hacían a un lado, temerosos, manteniendo su distancia. Veía que me disparaban, y ante el impacto de cada proyectil, mi cuerpo se sacudía y parecía que caería hacia el suelo de arena; pero rápidamente me reincorporaba y seguía manteniendo mis pasos hacia el mar. Recuerdo que logré llegar al mar, y al sumergirme en su profundidad, veía que todas las heridas desaparecían de mi cuerpo, y mi piel se veía limpia y mi túnica se volvió a un color blanco extraordinario y resplandeciente.”

¡Ahora lo entiendo, Señor!

 

¡LEE LA BIBLIA!

 

 

(C.A.S.) / Una reflexión testimonial en el contexto de “los últimos tiempos”

 

 

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