Todo se me está permitido...

“Todo se me está permitido…”

 

 

“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.

 

De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud.”

 

(1ra. Corintios 10:23-33)

 

 

Prologo

 

Cuando era un joven estudiante de misiología, nos enseñaban en un curso de antropología, sobre lo que era “el etnocentrismo”; para poder adaptarnos comunicacionalmente a los pueblos o lugares que visitábamos, respetando sus valores culturales. Ya que los pueblos tienen su “orgullo, dignidad o amor por lo propio de su región”; además de su tecnología, idiosincrasia y religión.

 

Me tocó a mí con uno de mis compañeros de este equipo misionero en entrenamiento, antes de saber este tópico, haber aprendido la lección objetivamente sobre “el etnocentrismo”, cuando mi compañero discutía sobre el tema del “comunismo” y el “imperialismo”, que era el debate en esa época. Él lo hacía como un chico de ciudad capitalina y costera, y el otro joven lugareño lo hacía como uno del campo andino. El joven se sintió ofendido y ridiculizado públicamente; así que promovió un linchamiento en nuestra contra, calificándonos de “agentes del imperialismo”. En las horas de la noche, rodearon la casa en que estábamos hospedados, y pedían “la cabeza de mi compañero”.

 

Por su puesto; de esto y más, siempre nos ha librado el Señor.

 

En otro equipo misionero, se le ocurrió a otro de nuestros compañeros, “gritarles idolatras, y burlarse de la imagen religiosa en procesión”, que llevaba un grupo de personas de esa localidad. Este grupo local indignado, vinieron en contra de este compañero para agredirlo, terminando la discusión en un puesto policial, y a la familia que los hospedaba, pidiendo protección.

 

Éramos inexpertos e ingenuos en aquellos tiempos.

 

Introducción

 

El pasaje bíblico en el encabezado de este artículo es parte del capítulo 10 de 1ra. Corintios, que trata el tema de la “idolatría”.

 

Esta Epístola es parte de las cuatro “Epístolas Soteriológicas”, o de las que contienen “Temas Doctrinales sobre la Salvación”.

 

Y la importancia de esta Epístola aludida, es que trata sobre “los problemas generales que procesa una iglesia local en formación, y sobre las soluciones pastorales y doctrinales que deben tenerse en consideración”.

 

La Iglesia Local de Corinto estaba conformada por cristianos judíos y una mayoría no judía. Corinto era una colonia romana, por lo que la idolatría o politeísmo era parte de la cultura de esta gran ciudad.

 

El tema “todo me es lícito, pero no todo conviene”, tenía que ver con la participación de los creyentes, en la comida de la carne de animales que habían sido sacrificados a los ídolos locales. La carne de estos animales domésticos sacrificados a los ídolos era llevada a los mercados para su venta, o se podían comer ya preparados, en las mesas de viandas que se ofrecían comercialmente a las puertas de dichos templos paganos.

 

¿Cuál era el problema? La libertad de los corintios creyentes cristianos; porque para ellos solo había un Solo Dios Verdadero; así que las supersticiones o los ídolos, no les significaba nada que les pueda esclavizar o mortificar en sus conciencias.

 

Y en esa libertad, ellos “dando gracias a Dios”, comían de la carne que compraban en el mercado, de estos animales sacrificados a los ídolos, sin impórtales su procedencia; y otros se atrevían a comer en las mesas de ventas de esta carne, a las puertas de estos templos o altares paganos. De esta manera, herían la susceptibilidad religiosa de los incrédulos corintios; que no sabían cómo interpretar esta “libertad de los corintios creyentes”, cuestionando si acaso ellos estaban a favor o en contra de estos sacrificios.

 

El apóstol Pablo, los adoctrinaba a tener cuidado de la “conciencia” de estos idolatras e incrédulos corintios; para no atropellar con nuestra libertad y conocimiento del Verdadero Dios, los escrúpulos o susceptibilidades relativos a sus sistemas de creencias. Porque como creyentes queremos que los incrédulos sean asequibles y no reacios al Evangelio, por su propia salvación.

 

La ética apostólica

 

La ética comunicacional transcultural del apóstol Pablo, era de respeto y consideración al diferente; y su mensaje tenía como destinario a judíos y especialmente, a los otros pueblos, los no judíos. Hablando en voz alta, afirmo, que casi toda “la Doctrina de la Iglesia” sobre la que se fundamenta hasta el día de hoy, es Paulina.

 

En el mes patriótico de Perú, un personaje mediático criticaba tanto a los católicos como a los evangélicos, por no criticar personalizadamente al presidente, ya que lo tenían presente, habiendo asistido al Te Deum Católico y al Culto de Acción de Gracias Evangélico. Pero, lo que debemos saber es que todo ministro cristiano, está consciente que el púlpito es para Predicar la Palabra de Dios, a toda persona sin excepción. Y que la política o los pleitos personales no tienen lugar en dicha plataforma que ha sido consagrada a la Proclamación del Evangelio.

 

Además, desde nuestra ética cristiana, no podemos sumarnos a los insultos o descalificaciones, que se hace sobre nuestro actual presidente de la república peruana. Sorprendiéndome particularmente, ya que en estos tiempos modernos sabemos de la existencia de “las inteligencias múltiples”; así que ningún ser humano está limitado, sino que alguna inteligencia debe haber desarrollado.

 

Misioneros, maestros y comunicadores, cuando se topan con una aparente limitación para poder transmitir su mensaje; es cuando se sienten desafiados y descubren toda su creatividad, para adecuar una mejor e idónea forma de comunicación didáctica y constructiva.

 

La polarización del relato

 

Nuestra historia contemporánea está siendo matizada “por una polarización del relato sobre nuestras realidades nacionales y regionales”.  Esta polarización tiene que ver con el “relato” entre los buenos y los malos; los de derecha y los de izquierda; Occidente y Asia; la guerra y los negocios; el capitalismo unipolar y el capitalismo multipolar; sanciones y libertad de mercado; los corruptos y los incorruptibles, hasta que te descubran; la justicia y la injusticia; nosotros y ellos; la verdad y la mentira; el respeto y el irrespeto; el orden y la anarquía; el aprecio y el desprecio; lo útil y lo inútil; los criminales y las víctimas.

 

Este relato polarizado nos divide y no nos permite construir; porque, además, nuestro lenguaje comunicacional no es alturado; carece de argumentos imparciales; está cargado de insultos y de menosprecio hacia el otro.

 

Es increíble que en estos tiempos de la revolución tecnológica de la comunicación; estemos empobreciendo nuestro lenguaje comunicacional, usando todos estos medios modernos solo para el insulto, la mofa y la difamación.

 

La ética apostólica Paulina, estaba marcada por esa apertura hacia los demás, sin condiciones ni prejuicios; y su mensaje estaba dirigido a judíos y no judíos, en igualdad de importancia.

 

Nosotros los que construimos cada día el Reino de Dios, sabemos qué hacemos comunidad, cuando nuestra comunicación es empática y respetuosa del otro. Del otro, nuestro prójimo, que tiene dignidad, familia y aspiraciones, como cada uno de nosotros.

 

Para decir la verdad, no es necesario insultar, condenar, despreciar. La verdad bien dicha, es liberadora y trae restauración.

 

El orgullo de los pueblos

 

Se enseña que “el orgullo” es uno de los pecados más sutil que hay; porque se oculta disfrazándose de muchas formas, de dignidad exagerada, amor propio, revaloración de lo que somos o de lo que poseemos. Y el etnocentrismo, decíamos al comienzo, “es el orgullo de las etnias o de los pueblos”.

 

Así que el etnocentrismo puede estar presente en nuestras diferencias culturales o en nuestras propias cosmovisiones del mundo en común, que habitamos todos los mortales.

 

He dado muchas vueltas y con mucho respeto he tratado de comprender, esta hermenéutica o interpretación de “Gog y Magog”, que tradicionalmente señalan a Rusia y China, como estos personajes apocalípticos, que “un día enfrentaran al pueblo de Dios”. Y lo que he encontrado es “una interpretación sionista, cargada de etnocentrismo”; y utilizada indirectamente como propaganda de difamación, con compensaciones económicas para quienes difundan esta “tradicional interpretación”.

 

Yo considero al “sionismo” como un movimiento político patriótico y nacionalista, que, dicho sea de paso, “está bien”; pero el “etnocentrismo” no les permite visualizar, que el mundo entero está lleno de otros “patriotismos y nacionalismos”, que, en su derecho de existencia, esperan ser considerados y respetados como otros pueblos que habitan este planeta.

 

Percibo, además, un etnocentrismo (no un cristianismo), en personajes mediáticos cristianos norteamericanos, cuando comentan sobre la geopolítica, y justifican que solo su país tiene el derecho de aplicar “justicia” o “castigar a otros pueblos sin remordimientos”; y que es una anomalía histórica, el surgimiento o la existencia de otros imperios, de otros conglomerados económicos privados o transnacionales”.

 

El orgullo es, además, peligroso, porque puede ser la “causa de guerras” interminables, o de declives nacionalistas, como en el caso europeo.

 

Epílogo

 

El planeta le pertenece a toda la humanidad; y todos los pueblos del mundo tienen el mismo derecho a existir, a desarrollarse y a su autodeterminación.

 

Unos pocos no pueden, no deben omitir nuestras libertades, nuestro derecho a respirar o a perpetuar nuestra especie humana.

 

El mundo en la actualidad ha dejado de ser unipolar, para convertirse en multipolar.

 

Necesitamos, por tanto, construir un nuevo lenguaje comunicacional diversificado, para integrarnos, reconociendo a esa diversidad de pueblos en el mundo, con el mismo derecho a coexistir.

 

Y en palabras de uno de nuestros autores peruanos; expreso mi anhelo que este mundo nuevo, “sea un mundo de todas las sangres”.

 

 

¡Lee la Biblia!

 

 

CAS/ Una reflexión sobre un lenguaje comunicacional integrador

 

 

 

 

 

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