Sincerando los matices de los tiempos

“Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.

Más el que persevere hasta el fin, éste será salvo.”

("Evangelio de Mateo" 24: 10-12/RVR 1960)

En el Perú, se ha sincerado las cifras de muertos en este contexto de pandemia vigente, que en la actualidad son de 180,764 defunciones.

Estas cifras pueden tener muchas interpretaciones como un dato contundente para el análisis; particularmente en mi consideración yo concluyo, que estas cifras corroboran que la causa principal de estas perdidas de vidas humanas, han sucedido por “un protocolo equivocado, inefectivo y engañoso”. Es decir, ahora podemos afirmar que es el “protocolo” el factor que más ha matado en nuestra patria.

Este “protocolo inefectivo”, ha tenido que ver con una “prueba rápida equivocada”; con la falta de camas UCI y sus respiradores; “con cuarentanas anticientíficas, en espera de vacunas que ya tienen etiqueta de caducidad, por las mutaciones naturales a la fecha”; por un sistema de salud que históricamente no llega a la altura de la demanda poblacional peruana.

Es este “protocolo engañoso” que ligado con la corrupción campante en plena pandemia; ligado a un gobierno de lentos reflejos, a veces indolente y otras veces platónico en sus decisiones; causante de toda esta tragedia nacional.

En este proceso electoral peruano, los de mi generación se han esforzado por imprimir imágenes de la “violencia terrorista” de las décadas de los 80/90; que, a nuestro pesar, la generación actual no las puede asimilar como se espera, porque hoy vivimos otros tiempos. Si la “violencia terrorista” en el Perú cobró la vida de 70,000 muertos, escribiéndose las páginas más oscuras de la historia de nuestra república; hoy es “la corrupción terrorista” la que lo ha duplicado a 180,764 hermanos peruanos muertos, en pleno contexto de pandemia.

Y esta actual “corrupción terrorista” es la más cruel; porque es global y tiene que ver con el negocio de la muerte.  ¿Qué quiero decir con esto? Que para muchos ha sido un lamento estas pérdidas de vidas humanas; pero, para unos pocos, ha sido una redonda ganancia.

¡Por eso nuestro mundo sigue cayéndose a pedazos!

Vivimos tiempos en que el aprecio por la vida del prójimo se ha perdido; y es el ideal del dinero, el de hacerse rico a costa de los demás y sin demora, lo que motiva a esta generación actual a hacer lo que hace. Es decir, sus compromisos tienen un precio, ya no un ideal.

Yo considero a los políticos dignos de conmiseración, porque es en la política de gobierno donde los corruptores y la corrupción campean; y muchos han vendido su alma por el dinero; mientras que otros matan a su competidor por lograr un puesto en este sitial gubernamental.

Pienso que estoy en ese grupo de personas decepcionada de los políticos y de los gobiernos corruptos; pero, que también sabe que debo cumplir con mi deber cívico de participar voluntariamente con mi voto en esta elección.

Y porque no decirlo, también se que cual sea el candidato de mi elección, se que no lo haré porque me hallan convencido sus promesas; sino porque tendré un poco de ilusión, en la espera de constatar en la vía de los hechos, si será un “gobierno más de la corrupción”, o uno diferente a todos ellos.

La pandemia y la corrupción son los principales obstáculos que debemos superar todos los peruanos; y para este logro, necesitamos un gobierno de verdad.

Así que, sinceremos los matices de los tiempos que vivimos.

¡Lee la Biblia!

(C.A.S.) / Una opinión coyuntural