Principio de autoridad

El gran apóstol Pablo
El gran apóstol Pablo

Nerón, el detestable perseguidor de los cristianos
Nerón, el detestable perseguidor de los cristianos

En la Epístola Paulina a los “Romanos”, en el capítulo 13: 1-10, encontramos el tema de “la responsabilidad cívica y social de los cristianos, en relación a las autoridades constituidas”.


El apóstol Pablo enseña: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”.  (13:1)

 

En el contexto histórico de esta afirmación del apóstol,  la jerarquía piramidal de la autoridad se centraba en el emperador imperial romano; y esta autoridad era nada menos que el detestable Nerón, perseguidor de los cristianos, y al cual se le atribuye la ejecución del mismo apóstol Pablo. Sin embargo,  la enseñanza del apóstol, sigue siendo válida y pertinente al principio de autoridad, que más allá de las simpatías o antipatías, más allá del juicio de que una autoridad sea buena o mala, el cristiano  y toda persona civilizada debe ser respetuoso del orden, por consecuencia respetuoso de la autoridad.

 

Pablo enseña en este versículo 1, que toda autoridad  “esta de parte de Dios”; pues,  Dios es representativo y principal promotor de la ley, el orden y la justicia.  Además,  agrega que toda autoridad es providencia divina; pues, es Dios quien la “establece” e inspira.

 

Más adelante señala, que “los que se oponen a la autoridad, se resisten a lo establecido por Dios “. Y los que se rebelan a la autoridad,  atraen para sí mismos juicios y condenación.  (13:2)

 

En un acápite especial de este mismo pasaje bíblico, el gran apóstol Pablo señala el rol de los magistrados y de la policía:     

 

  •  No están para perseguir al que hace el bien, sino al malo
  •  Están para diferenciar  arbitralmente entre inocentes y culpables (13:3)
  •  Son servidores de Dios,  para proteger  a la ciudadanía
  •  Llevan la espada como servidores de Dios , para  instrumento de prevalencia del orden
  • Son justicieros utilizando la ley contra el malo, y  a favor de la gente de buen vivir (13:4)

 

Por tanto, los cristianos y la ciudadanía, por motivo de conciencia, deben sujetarse a la autoridad y pagar nuestros tributos, para sostener a estos servidores de Dios. (13:5,6)

 

Es obligación de los cristianos, enseña el apóstol Pablo, pagar a todos aquellos a quienes adeudamos:

 

  •  Al que tributo, tributo;
  •  Al que impuesto, impuesto
  •  Al que respeto, respeto;
  •  Al que honra, honra;
  • Aún la deuda de amor al prójimo, que siempre quedará pendiente, por la demanda fraternal en la convivencia social. (13:7,8)

 

Al final de este acápite, el apóstol Pablo señala “que el amor al prójimo” es la clave, para convertirnos a cabalidad en cumplidores de la ley.

 

Porque el que ama al prójimo:


  •  No adultera con su mujer
  •  No le roba
  •  No lo calumnia
  •  No codicia sus bienes
  •  No le hace mal (13:9,10)

 

Hasta donde hemos analizado este pasaje bíblico paulino, podríamos aseverar que los cristianos somos personas de “derecha”, en el buen sentido original de este término.  Pero, casualmente porque respetamos la ley y el orden, por motivo de nuestra conciencia ante Dios, no podemos permanecer indiferentes ante las injusticias que son muchas en nuestros tiempos actuales.

 

El apóstol Pablo antes de ser ejecutado por el emperador Nerón,  habiendo apelado el ser juzgado ante el tribunal romano, siendo él  un ciudadano romano, se dedicó hasta sus últimos momentos,  a hacer la defensa legal  de  su dignidad apostólica  ante sus detractores.  Pero el fallo imperial fue en contra del apóstol, por su afirmación de “Jesús, como el Kyrios”.

 

Jesús al ser abofeteado injustamente por un alguacil, cuando el sanedrín de los judíos inquiría acerca de su enseñanza, respondía: “…Pregunta a los que han oído, que les haya yo hablado…” (Juan 18:21). Reprochándole este alguacil, dijo: “¿Así respondes al sumo sacerdote? “  Inmediatamente Jesús le refutó: “Si he hablado mal, testifica en que está el mal: y si bien, ¿por qué me golpeas?” (Juan 18:21)

 

El apóstol Pedro, fija un límite a la sujeción civil ante  la autoridad, cuando ante autoridades religiosas refutaba en contra de la prohibición o censurara que le hacían acerca de lo que enseñaba: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” (Hechos 4:19)

 

Entonces, no es verdad que los cristianos seamos sumisos o fácilmente manejables; casualmente por nuestra libertad de conciencia, protestamos contra toda injusticia y abuso contra la verdad.

 

Nuestra justicia en el Perú, deja mucho que desear.  Aunque tengamos autoridades probas,  de nada nos servirá, si estas autoridades  no estorban ni sancionan a las malas autoridades, que desprestigian la justicia y la verdad en nuestro país.

 

Nos deja una sensación de decepción, las autoridades electorales que han dado pie a “una revocatoria municipal limeña”, desde un principio amañada y desprestigiada. La “ley de revocatoria” se supone, es la opción del pueblo para expresar su valoración al respecto de sus autoridades municipales.  Pero, este instrumento es usado ahora y promovido por un grupo minúsculo de intereses económicos tras bambalinas, que no quieren esperar el lapso de tiempo según ley, para que la actual gestión municipal termine su periodo; su deseo por obtener el manejo de esta “codiciable gran manzana llamada ciudad de Lima”, es incontrolable.

 

Saludo a los líderes de opinión que se indignan ante semejante y descarada torcedura de la ley, por esta “revocatoria” caprichosa  en su aval legal  y en su tiempo, por las autoridades electorales; que parece atender la demanda de unos pocos en contra de muchos ciudadanos.

 

El espíritu legalista del señor Portillo, parece evocarse en esta “revocatoria municipal jalada de los pelos”;  y su frase celebre, es lo que pauta la viabilidad autorizada  por esta instancia electoral: “Papelito manda”. Solo que esta vez, es “un tremendo papelón el de estas autoridades”.


¡Disculpen!, no puedo ocultar mi indignación.

 

El cristiano se sujeta a la autoridad humana, por causa de la autoridad divina  que cobertura su existencia; pero, el cristiano no puede ir contra sus principios, aun cuando la autoridad humana lo conmute para ello.

 

Funcionarios públicos y policías, que deseaban mejorar su ética de vida, preguntaban al profeta Juan el Bautista:” ¿Qué haremos?”.


Juan les contestaba:

  • No cobren de más
  • No extorsionen a nadie
  • No calumnien
  • Confórmense a  su salario (Lucas 3:12,13,14)

 

¡Lee la Biblia!


 

(C.A.S.)/ Clasifíquese como un estudio bíblico sobre la responsabilidad pública del cristiano.

 

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