Orden versus Anarquía

Dios, como un ser grande que es, creó al hombre con libre albedrío; de tal manera, que su gobierno divino, rige sobre decisiones y libres voluntades humanas soberanas. Pero, los hombres pequeños, para gobernar idealmente, quieren controlarlo todo, aún las voluntades y las independientes decisiones humanas, de quienes gobiernan o pretenden gobernar.

 (Premisa cristiana/C.A.S.)

Leyendo al peruano-español Mario Vargas Llosa y a los medios monocordes internacionales, en lo que respecta al país hermano de Venezuela, se percibe que se acusa una preocupación por los muertos, que son el resultado del enfrentamiento, entre una parte de la ciudadanía y el gobierno actual del señor Maduro. Pero, en casi todos los comentarios y opiniones, desde fuera de Venezuela, se le imputa al señor Maduro toda la responsabilidad por los muertos, presos y por todo lo que hace o deja de hacer.

Las críticas negativas, que en general se dan en todos estos comentarios y opiniones desde fuera de Venezuela, se enfocan en las características personales del señor Maduro: su carácter confrontador, su temperamento tropical y directo, en decir las cosas como lo siente y lo piensa, sin preámbulos ni protocolos; esto disgusta y provoca rechazo. Y las soluciones que aportan de todas partes, no importa cuáles sean los argumentos o premisas, y sin priorizar procedimientos legales, ni salidas pensadas colectivamente por la propia población venezolana, hacen injerencia verbal declarando al unísono: “que el señor Maduro sea vacado, porque su característica personal disgusta”

Pero, no hay que ser un genio politólogo o un consejero solucionador de problemas sociales, para darse cuenta que la situación política-social en Venezuela, se da entre la protesta de una parte de la ciudadanía, con tendencia a la “anarquía”, versus un gobierno que hace lo que puede, para mantener el “orden” en su rol de tutelar de la nación.

Digo, protesta ciudadana con tendencia a la “anarquía”, porque dicha población no entra en razones por ninguna solución legal ni procedimental; lo único que piden, así de simple, “es que se vaya el señor Maduro”.  Digo, protesta ciudadana con tendencia a la “anarquía”, porque las críticas negativas contra el señor Maduro, desde fuera de Venezuela, azuzan a la “anarquía” y a una fracturación permanente de su población. Por lo tanto, digo, algo de responsabilidad tendrán por los muertos y presos, los protestantes anarquistas y los azuzadores que, desde fuera de Venezuela, alientan esa anarquía.

Aunque en menor magnitud y lapsus de tiempo, una situación similar a la de Venezuela, de debastecimiento y desorden social, lo vivimos los peruanos en la década de los ’80, en el primer gobierno del señor García, “cuando quiso estatizar la banca y se negaba como país pagar la abusiva deuda externa”. El gran capital, en su filosofía de que nadie más se atreviera a imitar dicho gesto político, sea en América Latina y el mundo, usó la misma estrategia, la de boicotear el abastecimiento de productos de primarias necesidades, y trayendo al país al aislamiento; para después castigarlo ejemplarmente, gravando el pago de la deuda externa y quitándole la garantía crediticia, que como país nos costó literalmente, recuperarla.  Claro, era la época de los “líderes románticos que soñaban con cambiar el mundo”; era la época de los ideales de la “justicia social”, del “nacionalismo como pertenencia, identidad y bien común”.  Hoy todo eso quedó en el pasado, y el capitalismo ha impuesto una única ideología a los pueblos, “que es el de las utilidades de las grandes inversiones.”

El gran país del norte, anuncia sanciones contra Venezuela, en el recorte de compras de su petróleo; eso por supuesto, sería una medida desde fuera, que azuzará aún más el desorden callejero y alentará la anarquía. Debemos ser más responsables en nuestros comentarios y acciones, si de verdad nos interesa que no haya más muertos ni heridos en Venezuela.

Todos sabemos que hoy más que nunca y de manera descarada, hay intereses que tratan de controlar la alineación global de los países insertados en la nueva economía de libre mercado; y que consideran a los países no alineados de gobiernos de izquierda o socialistas, como realidades disonantes. Y que, en estos países, extrañamente surgen movimientos desestabilizadores, y que deslegitimizan a dichos gobiernos con una campaña contraria a su gestión, a través de sus medios monocordes internacionales.

Considero, que cada país es libre e independiente, y dueño de su propio destino. Y que no puede ser posible, en pleno siglo XXI, que un país quiera someter a otro, por asegurar o imponer sus intereses foráneos en un país que no es el suyo.

Haría bien el señor Maduro en dar libertad a los presos políticos emblemáticos o no, como un gesto de buena voluntad y entendimiento, para superar el impase político-social que vive hoy Venezuela. Pero, por supuesto, eso está en su decisión soberana. Seguramente, la primera reflexión que se antepondría a dicha decisión, sería: “Como dar libertad a los que han infringido la ley, y se han declarado enemigos conjurados del gobierno”. Pero, hay veces, en que un gobernante debe tomar decisiones políticas en bien de la buena marcha del país que lidera; y eso no es debilidad, sino grandeza y gobernabilidad.

Bueno, pero, entre el Orden y la Anarquía, yo apoyo la legalidad, el principio de autoridad, la Asamblea Constituyente en que el pueblo se exprese libremente; el consenso pensado colectivamente por el propio pueblo, sin que una parte de su población niegue a su otra contraparte.

Es lamentable hoy en día, que controladores hombres pequeños, quieran hacer al mundo a la medida de su particular interés. Y mucho más lamentable aún, es que una gran nación sea gobernada por un  pequeño hombre controlador.

“Por lo tanto, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”

(Epístola Paulina, Romanos 14:19)

¡Lee la Biblia!

(C.A.S.) / Una reflexión a favor de toda Venezuela. ¡Paz!, hermanos.