Nuestra Pascua es Cristo

...fue la suma perfecta de todos los sacrificios...
...fue la suma perfecta de todos los sacrificios...

 

“…porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificado por nosotros.

 

Así que celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con la levadura de malicia y maldad,

 

Sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.”

 

(1ra. “Corintios” 5: 7-8/RVR 1960)

 

 

 

Preámbulo

 

Esta autoridad imperial de nombre Pilato, le decía a Jesús el Mesías: “¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, …?”.  Creyéndose que era el que determinaba la vida o la muerte, de las personas bajo el alcance del imperio que este representaba. Pero, Jesús le declaraba: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba…”. (“Juan” 19:10,11). Con esta gran enseñanza, Jesús afirmaba, que aún los malvados ayudan al cumplimiento de los propósitos de Dios.

 

Por más que les parezca que Dios no tiene nada que ver en los hechos de sus propias maldades, todo lo que maquinan o hacen estos malvados, está dentro del Plan de Dios; especialmente en esta Era del Fin, en que los malvados son protagónicos para el cumplimiento de los Juicios de Dios.

 

En el libro de “Proverbios” 16:4, se sentencia así: Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo, y aun al impío para el día malo.”

 

 

Introducción

 

En realidad, lo que conocemos o llamamos, la “Santa Cena”, que celebró Jesús con sus doce apóstoles, era la “Cena Pascual Judía”, que se celebraba según la Ordenanza dada por el profeta Moisés.

 

Era la comida familiar de un cordero, acompañado de pan sin levadura y originalmente con hierbas amargas, que Dios instituyó como el Memorial de lo que sería “el éxodo o la salida”, de la familia de Jacob, después de la esclavitud de cuatrocientos años entre los egipcios.

 

Jesús y sus doce apóstoles, como verdaderos judíos y parte del “pueblo de Dios”, habían venido celebrando esta fiesta nacional cada año; pero en esta oportunidad, y en vísperas a lo que llamamos “la pasión del sacrificio de Cristo”,  Jesús utilizó  analógicamente a estos elementos principales de esta celebración judía, que son el cordero y el pan sin levadura, para instituir un nuevo “memorial de liberación”, relacionado ahora a su sacrificio y “nuevo pacto de redención,” que la Iglesia Cristiana de los Creyentes,  celebra como una de sus principales ceremonias distintiva.

 

 

La Pascua Judía

 

Antes de ejercer el “décimo golpe mortífero” contra Egipto, para doblegar la dureza y obstinación del corazón de Faraón, para que “deje ir a su pueblo”; Dios ordenó la celebración de la Pascua Judía, que se celebraría como memorial el día 14 de Abril de cada año. Se inmolaría a un cordero macho de un año, sin defecto alguno, al cual se comería asado en familia, sin dejar ninguna sobra para el siguiente día; pues, tendrían que dejar Egipto. Este cordero se comería con pan sin levadura y con hierbas amargas, que les recordaría “la amargura de su esclavitud”. Y con la sangre del cordero, tendrían que manchar las puertas de sus casas, a manera de pacto con Dios, para que “el ángel destructor” no entrara para matar a sus primogénitos.

 

Así lo hicieron los israelitas en esa tarde; y a la media noche, “el ángel de la muerte” empezó a herir a los primogénitos de los hijos de los egipcios y de las primeras crías de sus animales domésticos, sin que hubiera rey, autoridad, ejército, fuertes, ricos o poder humano alguno, que pudieran hacer algo para evitarlo. Lo único que pudieron hacer es entrar en llanto, gritos histéricos y contemplar afligidos los cuerpos muertos de sus familiares. Fue una noche tan terrorífica y dolorosa, que Faraón juntamente con los egipcios, no esperaron que amaneciera, y apuraron a Moisés y a su pueblo, para que se fueran de Egipto; porque temían que todos los egipcios terminarían muertos.

 

La palabra “pascua”, literalmente significa: “pasar por alto” (o “por encima”); y se refiere a este memorial, de como Dios “liberó de la esclavitud de cuatrocientos años a su pueblo”, golpeando a los egipcios con “el destructor”. Y de como Dios, libró a su pueblo por un pacto de sangre, haciendo que este “destructor” pasara de largo las casas de los israelitas, sin entrar en ellas, en ese día de espanto en que había un gran clamor y llanto en el campamento de los egipcios.

 

 

La Pascua Cristiana

 

Uno de los textos bastante empleado por la Iglesia Cristiana, en la Celebración de la “Santa Cena”, se encuentra en 1ra, Corintios 11: 23-26, en que el Apóstol Pablo señala: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.” “Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto en memoria de mí.”

 

Esta Ordenanza dada por Jesús a su Iglesia, es entonces el Memorial del Sacrificio que hizo el Hijo de Dios, Jesucristo, por los creyentes en el mundo.

 

Toda vez que la Iglesia Cristiana celebra esta Ordenanza, debe hacer memoria y tomar conciencia, acerca de quién fue el que murió por la Iglesia, y especialmente, acerca de quién fue su fundador y salvador.

 

En esta analogía con la cena pascual judía, Jesús se presenta como “el cordero pascual inmolado”, del cual toda la Iglesia cristina participa, y por cuya sangre se ha establecido un nuevo pacto entre Dios y los hombres. Un pacto de perdón, de protección, de salvación eterna.

 

La sangre de este Cordero de Dios que vino para quitar el pecado del mundo, ha sido rociada en nuestras almas, sellando nuestros destinos eternos. Y así como los israelitas que mancharon las puertas de sus casas en un pacto de sangre con Dios, para pasar la noche más espantosa y dolorosa que enfrentó el pueblo egipcio, con la perdida de sus primogénitos por el destructor; los creyentes pasaremos con la protección de Cristo, la noche más oscura y terrorífica de la humanidad, que se avecina en el contexto de lo que llamamos “el fin del mundo”.

 

Conviene mantenernos en este nuevo pacto de sangre, mediante Jesucristo el Cordero de Dios; y dejar los “dichos”, para afianzarnos en la Palabra de Dios. Porque la última trompeta, que es la séptima, y que terminará con la Etapa de la Gran Tribulación, para dar lugar en el intermedio al “arrebatamiento de la iglesia de los creyentes”; no sonará primero. La primera trompeta que dará inicio a la Gran Tribulación, tendrá como evento: “el incendio forestal de la tercera parte de los árboles y de la hierba verde en el planeta”.

 

 

Epílogo

 

1.- Debemos tener presente al considerar el Sacrificio del Hijo de Dios, que este Redentor nuestro en la cruz, fue la suma perfecta y superior a todos los sacrificios de animales y vegetal, que se hacían según la Ordenanza Levítica en el Antiguo Testamento. Él fue el Holocausto, es decir de completa consagración a Dios.  Él fue el sacrifico por el Pecado, cuyo rito sangriento expresaba la idea de pagar con la misma vida del oferente por la ofensa; Él fue el sacrificio de Paz, que invitaba a una comida de camaradería entre Dios y los hombres.   Él fue la Oblación y el Olor grato para Dios en los cielos. El fue el sacrificio por la Culpa, en que se retribuía algún pago a cambio de la transgresión contra el derecho de Dios o algún prójimo.

 

Jesús en la cruz, fue el único sacrificio que satisfizo la justicia de Dios; y que, si alguna vez alguien se atreviera a sacrificar alguna ofrenda o animal, sin considerar la entrega del Hijo de Dios en la cruz; lo estaría despreciando y presentando en su lugar, una abominación delante de Dios.

 

2.- El Dios hecho hombre, Jesucristo, ha sabido identificarse con los principales momentos de la historia de vida de los seres humanos.: Nació como uno igual a nosotros, asumiendo nuestro diminuta  pequeñez, dependencia e indefensión. El primer milagro que hizo, según el Evangelio de “Juan”, fue convertir el agua en un buen vino, para salvar e identificarse con ese momento de felicidad, por la unión matrimonial heterosexual de sus conciudadanos en Canaán.  Murió de la peor manera en la trágica cruz; siendo su muerte un triste espectáculo público para sus seguidores y allegados; y una oportunidad de escarnio por los descreídos judíos.

 

Dios nos ha brindado su compañerismo; no estamos abandonados. En el dolor y en la alegría, Dios está presente con todos nosotros.

 

El profeta Isaías declaraba desde antes, que Jesús el Mesías sería: “…un varón de dolores, experimentado en quebranto…”  (“Isaías 53:3).

 

 

¡Lee la Biblia!

 

 

 

(C.A.S.) /Una reflexión acerca de nuestra salvación.

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