¡No, gracias!

“El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.”

 

(Evangelio de “Mateo” 10:39/RVR 1960)

 

 

Prologo

 

A todos nos llegará un día, en que tendremos que pasar de este mundo de los vivos, al mundo de los muertos. Pero, lo más importante para un cristiano es vivir el Evangelio de Jesús, predicarlo consecuentemente y mantenernos fieles, para lograr el cumplimiento principal de nuestra Esperanza Cristiana, que es la vida eterna en el paraíso celestial con el Señor.

 

Acabamos de recibir la noticia de la partida de un “gigante de la fe”, del Evangelista Luis Palau, cuya vida ministerial iluminó generaciones cristianas y en cuya partida, nos deja un ejemplo de seguridad de destino, por su convicción declarativa de saber hacia dónde va; hacia ese lugar donde se nace a un nuevo comienzo y en donde ninguno experimentará ese frustrante final degenerativo. Me refiero a ese lugar llamado el “Cielo de Dios”.

 

Los cristianos de verdad, no somos ni debemos ser titubeantes de nuestra fe y esperanza última.

 

Introducción

 

Me sorprendió la antítesis de los colectivos denominados “Psicólogos por la Verdad”, en que aportaban como crítica constructiva sobre los “medios de comunicación”, que mañana, tarde y noche mantienen una información alarmante con respecto al “bicho”; afirmando que estos medios practican un “sadismo informativo”, cuando en las horas de descanso de nuestra sociedad se dedican a saturarnos de negativas y tétricas noticias, que generan ansiedad y en algunos casos enfermedad mental entre sus espectadores.

 

Debe ser, porque justo yo espectaba un medio informativo de mi país, y no podía entender como una técnica médica declaraba sin asco, que un “niño había muerto por “covid” y enfatizando el uso de las mascarillas. Y a un doctor, que parece quiere remplazar al “doctor revuelta”, afirmando que “no debemos usar ivermectina porque no hay prueba científica de su eficacia preventiva”; cuando lo crucial de los temas que se tratan en mi país era la ineficacia de una de las vacunas china.

 

La eficacia de las vacunas

 

En el caso Perú, sobre el escándalo de los “privilegiados inoculados”, “la ineficacia de una vacuna” y “de una manera informal de gobierno”; se está aprovechando hacer una campaña que solapadamente los vendedores de vacunas, ya lo vienen posicionando internacionalmente; esta campaña se llama “todos quieren vacunarse”.  Por esto la desesperación, supongo, de estos doctores propagandistas, que hablan de muertes de niños y son negacionistas de medicamentos preventivos; para traernos a una única solución, a la inoculación de una vacuna, que tardará en aplicarse a nuestro país y sin importar si es ineficaz o no.

 

Me parece que ante tanto “sadismo informativo”, debemos cuestionar tanto las supuestas muertes por “covid” y el uso de “mascarillas. Acaso ¿los certificados de defunciones por “covid” parten de una autopsia forense? Y si hicieran autopsias a estos supuestos muertos por “covid” de estos niños o jóvenes, ¿no encontrarían acaso que esas supuestas neumonías que han provocado muertes fueron generadas por el uso excesivo de mascarillas?

 

Y por último, al descubrirse que una “vacuna sin eficacia y de dudosa certificación”, se ha estado inoculando a voluntarios peruanos, ¿no debiéramos prevenirnos en ser precavidos e indagar que tipo de eficacia y que tipo de componentes tienen determinadas vacunas que alegremente queremos inocular a nuestra población peruana?

 

¡No, gracias!

 

Ante esta campaña, “todos quieren vacunarse”, sin embargo, en la realidad no todos podrán, por incondiciones propias de su salud personal. Otros porque ya tienen inmunidad natural; otros porque están sanos desde siempre; otros por convicciones personales; otros porque no quieren estar dependientes de una vacunación reiterada, a causa de las mutaciones que tendrá este supuesto bicho; otros porque dudan de los componentes que trae cada vacuna.

 

Yo por mi parte, ¡no, gracias! No lo necesito. Prefiero depender de mi inmunidad natural y superar todo resfrío, quise decir: “corona virus”, o "sarc cov" como toda la vida se ha dado. Y más aún, cuando constato experencialmente, que lo he pasado sin mascarilla y que ni siquiera me da la gripe que he venido sufriendo cada año, a causa de la inmunidad natural que obtuve hace un poco más de un año , después de haber sufrido al "bicho". 

 

¿Qué he constatado? Pues, que soy una criatura de este planeta y que mi organismo respira naturalmente su propio aire planetario.

 

 

¡Lee la Biblia!

 

 

(C.A.S.) / Una apología ciudadana sobre la salud publica.