Nacionalismos y Continentalismos

 

 

 

“Porque Dios es el Rey de toda la tierra; cantad con inteligencia.

Reinó Dios sobre las naciones; se sentó Dios sobre su santo trono…

Porque de Dios son los escudos de la tierra; Él es muy exaltado”.  

(La Biblia, Salmos 47:8-10)

 

Cuando se observa al modelo capitalista de libre mercado o se le critica su iniquidad en la distribución de las riquezas en las regiones del mundo, se mal entiende esta posición crítica, y se orienta el debate: entre los que quieren y los que no quieren inversión privada. ¡Falso!

 

Pues, sería una locura que un mandatario destruyera este actual sistema económico mundial de libre mercado, de la noche a la mañana, para volvernos al pasado o dirigirnos hacia la nada. El destacado analista económico y periodista Xavier, (ex cantante del recordado grupo “Menudo”), exponía en uno de sus programas en CNN: “Es verdad que ha habido una mala práctica de algunas corporaciones privadas, y que estas están multadas hoy por sus transgresiones a la ley por el gobierno de Obama; pero este actual sistema económico capitalista de libre mercado, es el que soporta y mantiene el equilibrio económico en el mundo o ¿a qué otro sistema económico podemos ir?”

 

Esto, por supuesto, es una gran verdad; entonces en las críticas al modelo económico presente ¿qué es lo que se plantea? ¡Justicia! Que la ley se aplique y se cumpla por las dos partes: por los inversionistas y por los estados que se abren a esas inversiones.

 

Porque es innegable la mala práctica de inversionistas que se han mantenido sacándole la vuelta a la ley, o poniendo en jaque a la ley económica de los pueblos, al menos en esta parte del mundo, para privilegiar sus inversiones a ganador seguro, en el largo plazo; deshumanizando la economía y sin importarles la retribución justa para el desarrollo del país de dónde aprovecha y acumula su fortuna multi particular. Además, son innegables los daños ambientales por las empresas extractivas, los conflictos sociales con los pueblos originarios y la exclusión de los países marginales en la bonanza económica de las grandes fortunas, por la postergación condicionada de su desarrollo presente y futuro, por ser categóricamente reducidos a un simple proveedor de materia prima.                                                                                        

 

¿Para qué sirven las reservas si estas no se pueden invertir en desarrollo o soluciones internas nacionales?

 

Nos sorprendió el nacionalismo inglés, en el impase y tensión diplomática el pasado mes de Marzo, a causa de la cancelación del pase por el puerto principal del Perú, de la fragata inglesa HMS Montrose, por decisión de la cancillería peruana, que asumio tardíamente una posición continentalista en el consenso de UNASUR, de solidarizarse con Argentina en el reclamo de soberanía de la isla Malvinas. La Embajada del Reino Unido en su protesta diplomática, resaltó enfáticamente, “que Inglaterra es el segundo inversionista importante en Perú y de su cooperación estrecha en la lucha contra las drogas”. Pero, la pregunta es ¿qué tiene que ver las inversiones de un país del primer mundo en un país sudamericano en la solución diplomática del impase en mención? La única respuesta es el nacionalismo que está detrás de dichas inversiones; y la lógica de superioridad del que pone el dinero. Las inversiones supuestamente privadas están respaldadas y protegidas por su nacionalidad de origen; haciéndonos conscientes de los intereses de estado en cada una de estas inversiones repartidas por el mundo.

 

En el caso del gobierno argentino de la señora Cristina, de nacionalizar el 51% de las acciones de la mayor petrolera privada YPF de interés del gobierno español, por supuesto provocó en su primer momento, la respuesta nacionalista del gobierno español, asumiéndolo como una cuestión de estado. Además, la decisión de la señora Cristina, ha provocado que esa alineación que hay en el nuevo orden del libre mercado y el capital privado inexorable, reaccionen desde todas partes calificando al gobierno argentino de intervencionista, politiquero, nacionalista, proteccionista, demagógico, antisistema, etc., etc…; para un asunto que es de puro interés contractual y comercial, entre un estado y un privado, y que en sus respectivas instancias internacionales, han de deliberarse sus cruces o choques de interés.

 

En la Cumbre de las Américas de Cartagena 2012, que termino sin declaración por no haber acuerdo en la inclusión de Cuba para la próxima cumbre; lo más resaltado mediáticamente fue la inmoralidad de los agentes de seguridad del presidente norte-americano; el discurso de Shakira; la belleza turística de Cartagena-Colombia; el discurso reincidentemente lobista del presidente de México Felipe Calderón, exhortando a seguir desregulando el mercado y a dejar el proteccionismo nacionalista de los países en América, para el éxito del intercambio comercial macro económico. Y por último, el disgusto de la presidenta de Argentina, por no encontrar el espacio para incluir en la agenda de la Cumbre de las Américas, el tema de las Malvinas.

 

Es evidente el surgimiento de los nacionalismos de los países de América, detrás de lo que aparentemente denominan los críticos neo-liberales, proteccionismo arancelario. Y los nacionalismos europeos, por sus intereses de inversión del YPF de España y territorial, en el caso de las Malvinas e Inglaterra. Ambos nacionalismos, tienen conciencia que son parte de un bloque continental; así que la tendencia comercial y política en las relaciones internacionales en adelante, serán referencialmente de Nacionalismos y Continentalismos.

 

Pero el proteccionismo de los países de América, no es otra cosa que el sentido común de los pueblos, al tomar conciencia de su realidad comercial internacional, y evaluar qué es lo que le conviene como país y que no. Y optar por hacer un buen negocio comercial, con el mismo derecho de la otra parte inversionista, de buscar el beneficio del país, en el presente y a futuro. Debemos dejar de ser malos negociantes, trayendo pérdidas macroeconómicas para nuestra nación, destruyendo los destinos y las esperanzas de ser un país que se desarrolla juntamente con las inversiones extranjeras. Rechazando definitivamente la corrupción de las más altas esferas de un gobierno servil al gran capital privado.

 

En Perú tenemos casos emblemáticos de lo que estamos hablando, Doe Run, Telefónica, Conga y otras perlas, transnacionales que sencillamente recurren a leguleyadas, al control de los operadores de un gobierno nacional, a su poder económico e influencias internacionales, para no pagar sus impuestos, para imponer sus proyectos, para no retribuir el precio por los daños ambientales, para controlar los gobiernos elegidos por el pueblo y para saltearse la ley contractual entre un estado y un privado; con el objetivo de hacerse ricos a toda costa, reduciendo costos y al más breve tiempo.

 

Por supuesto que hay empresas trasnacionales que son ejemplo positivo a nivel Internacional, pues, ajustan sus actividades a la ley y mantienen una relación de mutuo respeto contractual con los estados recepcionistas de sus inversiones.

 

Ajustarse a la ley, reclamar que se cumpla el contrato firmado por los inversionistas, sancionar las faltas o incumplimientos al contrato; es un derecho también de los estados recepcionistas de las grandes inversiones.

 

No es posible que después de haber entregado nuestros recursos naturales al capital privado, hace más de 20 años en Perú, sigamos siendo tratados como “los cholitos”, por la superioridad de la gran inversión, cuando de negocio se trata.

 

Y de eso se trata el dilema comercial hoy, de derechos, de cumplimiento de la ley contractual y de justicia.

 

“Te alaben los pueblos, oh Dios; alégrense y gócense las naciones,

Porque juzgarás los pueblos con equidad, y pastorearás

las naciones de la tierra…”

(La Biblia, Salmos 67:3-4)

 

¡Lee la Biblia!

 

César A. Salinas. Una reflexión personal sobre el dilema comercial hoy.