Los últimos tiempos

"Y se pondrá peor, a menos que..."
"Y se pondrá peor, a menos que..."

“Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.”

 

(Apocalipsis 8: 1-5/RVR 1960)

 

 

I

Afirmábamos con anterioridad a este artículo que, en la línea del tiempo, los espaciados entre un evento de grande catástrofe y otro recurrente, se repetía antiguamente cada 50 años, cada 30, cada 10, cada 5 años, por dar un ejemplo; y que a partir del 2018 y 2019, parece que eventos catastróficos naturales se empezaban a dar cada año. Pero, ahora estos eventos catastróficos recurrentes en el año 2020, pareciera que se dieran en un espaciado de mes a mes, en un mismo año; y sin exagerar, hasta pareciera que estos eventos naturales sucedieran cada 15 o 7 días en todo el planeta. Es evidente que “vivimos los últimos tiempos”, por estas recurrentes catástrofes naturales como son los incendios forestales, las erupciones volcánicas, las inundaciones, terremotos, granizadas, tornados y tormentas, plagas de langostas, formas impresionantes en el cielo, plagas de enfermedades naturales y creadas, señales en el mar, hoyos en el suelo; y lo que es peor, el auge exponencial de la maldad humana, con sus enemistades y desamor.

 

Podríamos decir, que casi todas “las señales bíblicas” profetizadas por el Señor Jesús, ya se dieron; pero, hay una señal con relación al texto apocalíptico con el cual empezamos este artículo, que debiéramos tener presente; texto bíblico cuyo contexto está centrado en el “último sello de la revelación de los tiempos y los eventos intermedios como señal, antes del toque de la primera trompeta de entrada a la Gran Tribulación”. Este evento como señal apocalíptica tienen que ver con estos fenómenos atmosférico y geológico: “truenos, voces y relámpagos en nubes de oscuridad y un gran terremoto”, que anunciará la entrada a la Gran Tribulación del fin del mundo.  Fenómeno que parece hemos visto; pero todavía “sin las voces y el gran terremoto”.

 

II

 

En el tema de la vacuna, para superar esta “pandemia”, decíamos que “según el plan” de los intereses económicos detrás, era que los gobiernos del mundo mantuvieran una “cuarentena de su población” de ser posible, hasta el próximo año 2021; y ya casi lo están logrando, con la finalidad de lograr con una “vacuna”, que ya debiera estar lista para estos últimos meses 2020, (saltándose a la garrocha toda prueba y tiempo de seguridad),  convencer a la población de la necesidad de aplicarla para finalizar con el Estado de Pandemia.

 

Así que es ahora cuando arrecia “una campaña del terror”, por medio de restricciones que los gobiernos pretenden imponer nuevamente, encuarentenando a su población sana y obligando el uso de las mascarillas y la distancia social. Y por medio de las empresas de comunicación que cobran por mantener esa propaganda del terror, anunciando “las nuevas olas de rebrotes inventados”. En Perú, por ejemplo, una evidente campaña del terror afirma esto: “¡No seas cómplice!; porque si visitas a tu abuelo; si expresas tu afecto abrazando a tu familiar; o si te reúnes familiar o amicalmente; puedes matar a tu ser querido o amigos, y tú serás el cómplice del virus”. Pero, esta prensa cínica de mi país, no les importa las formas, ni las distancias, cuando se aglomeran, asedian y le ponen todo tipo de micrófono en la cara de “Richard”, por obtener una exclusiva declaración. ¿A cuántos habrán matado esta gente si seguimos su ilógica? Además, esta prensa cínica, exigen sin el ejemplo, especialmente los que, en la pequeña pantalla de TV, frescamente reclaman el uso de mascarillas y ellos no lo usan en todo el horario que dura su presentación.

 

Hasta los gobiernos que ya han pactado solapada e hipócritamente, con alguna farmacéutica o “megas fortunas” para comprarles sus vacunas, entran al ruedo de la “campaña pro vacuna milagrosa”. ¿Cómo? Pues, criticando a otros gobiernos, afirmando mediáticamente que “ese otro gobierno ha gestionado de la peor manera la atención a su población”. España dice que el Perú es el peor de todos en su gestión económica y de salud; entonces díganme: “¿En que España es el mejor en su gestión de salud? ¿cuándo ha abandonado a su suerte a todos esos ancianos que murieron y fueron parte de su población, y que posiblemente tengan que rendir cuenta ante su propia ley por su inasistencia culposa? ¡Díganme! ¿qué país del planeta ha sido el mejor, dónde no hubo muertos, cuarentena, manejo ineficiente de los servicios de salud y de su propia economía? Toda la crítica de un país contra otro, solo es “propaganda pro vacuna.”

 

Esos gobiernos manejados por la “izquierda caviar, revoltosa, alquilada y anti-patriota de Soros”, son los más entusiastas en encuarentenar, radicalizar restricciones y vacunar a su población”, de manera impositiva contra las libertades individuales y los derechos humanos de sus ciudadanos.

 

Lo que está sucediendo ahora, se ha dado de manera regular desde el siglo pasado; es decir, se declara una alerta cada cierto tiempo, por una nueva enfermedad aparecida en una región pobre o popular en el mundo, (No me refiero a las reales, sino a las que probadamente han sido intrascendentes) y la OMS afirma y declara  que puede ser un peligro mundial, aunque el contagio pueda ser remotamente posible en otras regiones, y se dictamina la compra de vacunas o medicamentos para una cura preventiva; y los gobiernos hacen una compra millonaria e inútil de esa cura, porque en su realidad regional no llegan a ser útil ni necesarias, y la cura o la medicina comprada llega a ser tirada o desechada por caducidad y deterioro. Yo siempre he interpretado que era la manera en que la OMS recaudaba fondos; y que los gobiernos entendían dicho gasto millonario como un aporte a esta Institución supuestamente Común a la Salud de los pueblos.

 

Pero, ahora, “esta vacuna milagrosa” que quieren vender a los pueblos del mundo, además de ya no ser para un fondo común, sino para fondos particulares de Corporaciones Farmacéuticas y otros “megas intereses filantrópicos” y de “científicos locos”; se quiere aplicar una vacuna en un marco experimental de control de los individuos y de su demografía; y otras extrañas ideas, que para comprenderlas o explicarlas, tendríamos que ensayar hacer varios garabatos.

 

Y esta incertidumbre, dudas o desconfianzas, deben ser sopesadas no con política o con campañas millonarias de presión a su población para un convencimiento a la mala; sino que debe ser sopesada por fuentes de información fidedigna, médica y científica; y sobre todo patriótica, buscando el bien real de nuestros pueblos y no el uso de ellos como mercancías ordinarias y desechables.

 

III

 

En mi testimonio anterior relatando haber pasado por todos los síntomas del COVID-19; por no deslucir mi relato escrito, omití mencionar a la infección digestiva que fue con lo que empezó mi contagio en la primera semana, a la par con el dolor de cabeza y garganta; hasta llegar a un estado crítico en el lapso de 14 días; que, si no hubiera sido por la intervención de Dios que me sanó, quizá sería otro mi testimonio. Dios, por supuesto usó mi sistema inmunológico, porque lo sentía extraordinariamente fortalecido. Y cuando decía “que la temperatura de mi cuerpo subió”, me refería a su temperatura normal; porque un día antes sentía que me congelaba y tiritaba en modo de escalofríos.

 

A comienzo de este año 2020, recuerdo haber hecho una tarea de limpieza en mi centro de labores, y en el intermedio fui para mi casa a almorzar; estaba ya para la cuarta cucharada de una porción del segundo que comía, cuando de repente sentí que una fuerza increíble, bloqueaba mi garganta para que esa porción de alimento no lo llegara a pasar. No me estaba atorando, sino que era mi sistema inmunológico que algo había reconocido que lo bloqueó; y no podía pasar ni siquiera una saliva, hasta cuando boté de mi paladar esta porción, mi garganta se desbloqueó. (Esto fue la única experiencia que he tenido hasta la fecha)  En la actualidad, ni siquiera puedo resfriarme, como me era habitual en los cambios de temporadas climáticas; porque siento que el resfrió me viene y se va; el dolor de garganta y cabeza parece que va a empezar, pero se me va.

 

Relato todo esto, porque estoy consciente que pertenezco al grupo denominado “el rebaño auto-inmune”, porque hemos llegado a tener inmunidad contra este virus. Y mi familia que vive conmigo, esposa, hijas y nietas, están bien de salud. Yo no uso mascarillas, porque me dan dolor de cabeza y obstaculizan mi proceso de respiración.

 

Trabajo y limpio mi espacio de trabajo, voy a los mercados, camino por el centro de Lima, subo y bajo de los carros sin mascarilla; salvo las dos o tres veces a la fecha que me lo he puesto, por supuesto sin tapar mi nariz, por causa del reclamo de personas que solo tienen un pensamiento unitario. Es interesante el efecto que causo en las personas, especialmente en los vehículos urbanos de mi localidad, cuando me ven sin mascarilla; percibo en ellos una expresión de ilusión por esa normalidad que quisieran volviera a nuestras vidas; y me ven sin mascarilla, y me llaman para que aborde sus vehículos. Otros, por supuesto me miran con extrañeza; y yo a ellos.

 

Ahora estoy tratando de ensayar una respuesta para esas personas que me piden use mascarilla; y me parece que ya es el momento, a razón de que tenemos en nuestra población una enorme multitud de personas que ya tienen inmunidad, después de haber superado orgánicamente al “virus”. Decirles: “Yo pertenezco ahora al rebaño auto-inmune, que podemos debilitar y anular al virus que puede estar circulando en nuestra sociedad”. “Yo estoy sano”. “¿Podemos contagiar? Sí, pero inmunidad.”

 

IV

 

Como están yendo las cosas, parece que arrecian las catástrofes naturales recurrentes; como si la naturaleza estuviera dándonos voces de parte del Inmenso Dios; y nos estuviera declarando sus juicios ineludibles.

 

Y se pondrá peor, a menos que, estorbemos la maldad de los malvados; no dejemos tantas muertes en la impunidad. Tenemos que deslindar si estas muertes han sido un genocidio por una gestión adrede inefectiva; o han sido por una causa de enfermedad desconocida.

 

Y se pondrá peor, a menos que dejemos en libertad a la Iglesia del Señor, que es la única institución que podrá interceder en oración, por el bien y la continuidad del mundo que Dios ama.

 

Y se pondrá peor, porque “vivimos los últimos tiempos”.

 

 

¡Lee la Biblia!

 

 

(C.A.S.) / Una opinión y reflexión personal en el contexto actual

 

 

 

 

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