“Aún hay esperanzas para todo aquel que está entre los vivos;…pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.”
(Eclesiastés 9:4,5)
En el Perú casi están de acuerdo los analistas, de que el Gobierno Oficial elegido y establecido a menos de un año cronológico, pareciera que no gobierna realmente. Sino que lo hacen los grandes intereses foráneos, que han hecho inversión en los recursos primarios de la patria; los anti-peruanos asociados a esos grandes intereses; los medios que se alquilan lucrativamente; la corrupción y los corruptos que plagan por doquier el universo estatal y los servicios públicos; la delincuencia, el narcotráfico, la violencia y los anti-valores, que se han convertido en una filosofía de vida y en los hechos cotidianos del acontecer nacional.
Entonces tenemos la subversión de otro “gobierno”, que de manera fáctica, sutil y entre bambalinas, imponen la ruta a seguir que es la misma desde hace 20 años en el Perú, priorizando los intereses particulares antes que lo público; las grandes ganancias con resultados en el corto plazo, sin importar la postergación del desarrollo de la patria y la seguridad de los peruanos.
Este gobierno oficial actual, se parece a los otros tres gobiernos oficiales que le han antecedido; y su parecido se debe a que los mismos operadores de los gobiernos anteriores, han desbordado los diferentes estamentos jerárquicos gubernamentales.
Así que empezamos a ver el mismo trato en los “conflictos socio-ambientales versus las empresas extractivas de tierra y mar”; de parte del oficialismo con represión, manipulación de la información, estados de emergencias y muertos. Se puede entender la represión controlada para controlar el orden, se puede comprender el estado de emergencia para salvaguardar los bienes públicos y la seguridad de los ciudadanos; pero, lo que no se puede comprender ni aceptar, es la muerte de nuestros compatriotas, a los cuales el Estado está obligado a proteger y servir.
Los medios alineados tratan y enfocan los “conflictos socio-ambientales”, como una cuestión política y retrògrada, que obstruyen las grandes inversiones, y en sus títulos noticiosos mencionan: “paro, piedras, representantes descalificados y muertos”. Los muertos en estos medios alineados solo son cifras simbólicas noticiosas y espectaculares.
Analizando y cuestionando la situación de los conflictos socio-ambientales, con resultados irreparables de perdidadas de vidas humanas, enfocaremos lo siguiente: “Que en un conflicto socio-ambiental en el Perú, en protesta contra las empresas extractivas abusivas del medio ambiente, se dan cruces de intereses entre la empresa extractiva, que ha proyectado multiplicar sus ganancias lucrativas en el corto y largo plazo; las regiones y sus pobladores originarios, que no quieren desaparecer a causa de la contaminación de sus ríos, lagunas y hábitat natural; y el estado que es el árbitro y quiere seguir desarrollando una economía primaria”. En esta situación se ha cortado la vida de dos conciudadanos nacionales, en el conflicto de Espinar, Cuzco, contra la minera Xtrata Tintaya, el pasado 28 de Mayo de los corrientes, sumando a 10 muertos, según la Defensoría del Pueblo, a lo que va del gobierno del Sr. Humala.
¿Quién es el ejecutor de estas muertes? Pues, desde el gobierno anterior “hay un loco del rifle”, que gusta de disparar a matar a los que se encuentran en paro. ¿A la orden de quién actúa éste franco tirador? ¿Es una persona o son varias? ¿Es el desarrollo de un sicariado especial o una táctica de persuasión para imponerse por el miedo?
No es para menos esta reflexión, son 174 muertos a causa de los conflictos socio-ambientales del quinquenio anterior; y en el nuevo Gobierno del Sr. Humala se van sumando 10. ¿Hay sancionados por estos crímenes? ¿Se ha personalizado al culpable o los culpables? ¿Se sabe quiénes son o se les encubre?
En la época de la violencia subversiva, cada muerte era una forma de lenguaje simbólico y el fin del mensaje era el mismo; se destrozaba en pedazos la humanidad de las victimas por el terrorismo, para imponer una ideología totalitaria en el pueblo, infundiendo el terror.
Usando las muertes como un lenguaje simbólico hoy, que debiéramos entender de esta tragedia humana: ¿Qué es debido a la aplicación del “perro del hortelano” que las muertes continúan? ¿Qué los pobladores se eliminaron ellos mismos para llamar la atención de su protesta? ¿Qué la autoridad impone el orden a sangre y fuego porque es su deber?
Pero, resulta que los muertos no fueron personas abstractas, sino seres humanos mortales con nombres y apellidos, que formaban parte de una historia familiar y de las aspiraciones de una región; ellos ya nunca más estarán con nosotros y han dejado sumidos en el dolor y en la tristeza inconsolable a sus seres queridos. Pienso, además, que si se pretende simbolizar estas muertes, la única consideración a resaltarse es “la lucha por la inclusión y el respeto de los pueblos originarios en una economía excluyente”.
La razón de ser de los gobiernos y las leyes, es la defensa de la vida humana; que no hay oro ni cosa más preciada que la vida; que si se la desprecia impunemente, la sociedad, las leyes y sus gobiernos, habràn perdido su razón de ser.
“Todos los que tomen espada, a espada perecerán.” (Mateo26:52)
¡Lee la Biblia!
César A. Salinas: Solo es una opinión muy personal
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