“Aun el hombre de mi paz, en quién yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar...” (Salmos 41:9)
Este pasaje bíblico es una profecía mesiánica, relacionada a la traición de Judas Iscariote, el discípulo que gozaba de la mayor confianza de Jesús, porque era el tesorero en el grupo de los doce apóstoles.
No hay dolor ni decepción más grande para la relaciones fraternales y laborales, que el sufrir una traición; por un amigo, compañero o confidente.
Jesús se encontraba en su momento más personal, en su lugar secreto de conversación con su Padre y reunido con sus más íntimos discípulos, que eran dos o tres; Judas, el traidor, conociendo ese momento y lugar, trajo a los complotadores para capturar a su Maestro. Y con un beso indicativo, lo entregó a sus enemigos; el beso fue porque Jesús no se distinguía de sus discípulos en su vestir ni en su aspecto físico, él vivió como un hombre del pueblo.
Lo que motivó la traición de Judas fue el darse cuenta que Jesús en verdad, hablaba en serio de un “reino de Dios” ideal, restaurador y de un bien común para todo su pueblo; pero, Judas tenía su expectativa en un “reino político tradicional”, con una posición y beneficio particular en ese poder efímero de los hombres que gobiernan el mundo. Decepcionado, Judas ofrece entregar a Jesús, a sus enemigos religiosos, políticos y a esa clase dominante de hombres ricos acomodados en el poder de turno, que consideraban el “mensaje mesiánico” de Jesús, como una amenaza al orden establecido en esa sociedad sometida al imperio romano de ese entonces. Judas recibió a cambio de su traición 30 piezas de plata.
Pero, Judas llega a descubrir que su conciencia todavía le funcionaba, y siente remordimiento por traicionar a un hombre inocente, y se da cuenta que la plata no lo es todo. Tan terriblemente miserable se sentía por dentro, que no pudiendo soportarlo se ahorcó.
En el Perú estamos hablando de dos o más espías peruanos de nacionalidad; que vendían información clasificada de nuestra marina armada a un país vecino. Lo contradictorio es que son peruanos sobornados por dinero, para espiar a su propio país; y lo preocupante es el concepto que países extranjeros tienen acerca de nuestra autoestima como peruanos. Los peruanos ¿amamos realmente a nuestro país? ¿Cómo es que demostramos ese amor a nuestra patria?
Por supuesto, todos califican este caso como traición a la patria.
La traición tiene que ver con información clave que vulnera la discrecionalidad de secretos de estado, cuando son expuestos a manera de infidencia, por la causa de un beneficio económico. El traidor o infidente tiene las mismas características: ha sido parte del círculo o grupo humano, ha gozado de la confianza del grupo y ha mantenido persistentemente un doble interés, obteniendo ventajas personales por ese doble interés.
La traición es un anti-valor que se viene practicando hace un buen tiempo en el Perú; por nuestra clase política y su clásico transfuguismo; por los medios periodísticos cuyos contenidos noticiosos están llenos de infidencias; por autoridades en funciones o no, que no respetan ni tienen una ética de discrecionalidad o confidencialidad.
Estos espías peruanos en contra de su propio país, solo son una muestra de la clase de peruanos que se han venido formando, por la seducción de transnacionales o intereses extranjeros, que seducen con dinero y convierten en infidentes a “estos vende patria”.
Los Judas de hoy no son tan diferentes al Judas Iscariote que vendió a su Maestro; y aunque digan que declaran por principios o por ciudadanía, la verdad es que su motivo profundo es lograr su bono, “sus treinta piezas de plata y punto”.
La única diferencia me parece es, ¿les funcionará todavía sus conciencias?
Comentario personal de mi lectura semanal:
1.- En una Revista Dominical “X”, se presentó a un testigo que se decía que era abogado, pero, más bien parecía policía; señalaba con su dedo una foto, en la que no se le ve a él por ningún lado. Se despide subiéndose a una camioneta cerrada, en cuya puerta parece leerse “Fábrica de testigos”.
Y una alerta me viene a los oídos: ¡Cuidado, hay periodistas mitómanos sueltos!
2.- Esta vez me adelanté y compré la revista impresa de mi periodista favorito; la verdad yo compro esta revista solo para leerlo a él. Pero, que decepción, porque mientras él miraba para otro lado, hablando de su perrito, sus articulistas se alineaban y se sumaban al carga montón, pro-destrucción de la moral del actual gobierno.
Por eso quiero agradecer al periodismo independiente que me ha abierto los ojos, y me ha hecho comprender que el señor García y la señora Keiko, son la mejor opción para el 2016; y que los nuevos partidos deben desaparecer, para que los tradicionales puedan eternizarse en el poder por los siglos de los siglos. Por supuesto, que lo que digo es un sarcasmo; y en la realidad discrepo con todos esos articulistas comodines. ¿Cuál es lo más negativo que le critican a este gobierno? Que la señora parece mandar. Pero, por favor, a los hombres de verdad nos gustan mujeres con carácter, con sentido de liderazgo; las sumisas ya pasaron de moda, porque a esas sumisas se les olvidaba en casa o se les cambiaba por otra.
Tocayo, acuérdate del viejito Aljovìn, al que tu criticaste, que fue doblegado en la postrimería de su carrera.
3.- El Poder Judicial ya ha llegado a un nivel desvergonzado; parece filtrado desde arriba hasta abajo. La pregunta es: ¿Se les chantajea para que no se destape sus vínculos con la corrupción de Orellana y Ancash? ¿O simplemente se ha convertido en un poder subalterno a intereses extraños?
Esta institución está verdaderamente en una situación gravemente crítica; y no es confiable para la imparcial justicia.
¡Lee la Biblia!
(C.A.S.)/Una reflexión y opinión personal