“…y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.”
(Evangelio de “Lucas” 21:11/RVR 1960)
Indudablemente, hay países y regiones en el mundo, que viven un momento histórico y social anómalo; mientras que los medios de información profesionales en “desinformar” y los grandes intereses a los cuales sirven, se dedican a fijar en el imaginario colectivo de estos pueblos, la idea de que nos encontramos en una situación normal; aunque el país, su orden social, sus leyes, sus instituciones y su sistema económico se estén desmoronando.
Pero, los más profundos y agudos analistas, ya lo están balbuceando, estamos viviendo en un contexto mundial de “guerra económica”, que se extiende por todo el planeta. Una decidida “guerra económica”, que es el “común denominador” de todos los males que sufren nuestros pueblos en la actualidad.
No es una “guerra económica ideológica” de “derecha o izquierda”, aunque eso es lo que nos quieren hacer creer; no es una “guerra económica geopolítica”, de un país tratando de invadir a otro; no es una “guerra económica financiera y comercial” en pro de un mejor sistema contra otro peor; sino que es la “guerra económica de grandes intereses, o grandes capitales corporativos, privados, particulares y transnacionales”, por el control del mundo y de sus recursos naturales.
¿Por qué de que otra manera se podría entender la interrupción del orden democrático y político, en Bolivia? ¿Dónde lo primero que hace la “presidenta autoproclamada”, es “tirar bala” a su propia población y pretender aterrar a sus adversarios y autoridades políticas? Mientras que, se mantiene en suspenso el proceso democrático e institucional del país; ¿con que finalidad?, ¿para servir a que intereses?
¿De qué otra forma se puede entender el caso Perú? De un presidente que no fue elegido, que no tiene partido político, que decía que quería irse y llevarse consigo al congreso; pero, decidió dar un golpe de estado él solo, cerrando ilegítimamente “la representación nacional”, para al final quedarse. Y que, preguntando por la posibilidad de elecciones de un nuevo congreso, en tiempo récord, el organismo históricamente más corrupto del país, encargado del proceso electoral, antes que el Tribunal Constitucional, le responde que sí es posible. Sin dar importancia al despilfarro económico de este inútil proceso electoral; a la improvisación de los partidos políticos en su participación y a la interrupción del orden democrático. Y marcando su mandato de facto, en un acto original de su “gobierno”, con la aceptación del entreguismo de sus subalternos, al devolver ilógicamente 524 millones de soles, a favor de la empresa transnacional corruptora y corrupta, que le ha robado al país su presente y su futuro. ¿Por orden de quién? ¿Para favorecer o congraciarse con qué intereses? ¿Quiénes están ganando en esta suspensión de nuestro proceso democrático e institucional de nuestro país?
De hecho, Perú y Bolivia tienen coincidencias en lo que respecta a la interrupción y estancamiento de su proceso democrático y económico. Como Ecuador, Chile, Argentina y Colombia tuvieron coincidencias, por causa de sus mandatarios, que provocaron protestas masivas e inexplicables, al querer implementar leyes que desfavorecen a la mayoría ciudadana, y que privilegiaban a los intereses de unos pocos. Y en el modo “retro”, endeudaron a sus países, para traerlos a la antaña “dependencia económica impagable y eterna”.
La protesta masiva de ciudadanos en Francia; el “divorcio ingles con la unión europea sí continúa o no”; la protesta liberal en Hong Kong nada menos que en la vía y en uno de los centros financiero y comercial mundial más importante; nos llaman la atención en lo imparable de sus protestas, sin la llegada a ningún acuerdo. Trayendo como consecuencia la “ralentización” de su proceso económico, político y social; ¿para que gane quién o quiénes?
Los “bloqueos económicos”; las “sanciones unilaterales de un país contra otros”; “las acusaciones sobre armamentos prohibidos”; “la apropiación tramposa de los activos, el dinero y el oro de los pueblos independientes”; “la guerra arancelaria y comercial” que dinamiza el juego especulativo bursátil; “el rompimiento de pactos o acuerdos internacionales por causas universales”; todos estos casos nos hacen preguntarnos ¿hacia dónde quieren conducirnos’ ¿y quienes están ganando en estas distintas situaciones?
Pero, lo que percibimos indudablemente, es que todos estos males sociales de nuestra historia reciente, tienen “un común denominador”, y es “una guerra económica” sin precedentes y que se extiende por todo el planeta.
El otro “común denominador” de estas masivas protestas sociales, es la explosiva destrucción de los bienes públicos y privados, y la represión que excede las pautas de la ley y el orden, de parte de las autoridades oficiales.
Pareciera que “el ejército globalista o multinacional”, preparado y activado en el orbe planetario, lo hubiera infiltrado todo; así que, estos soldados globalistas pueden estar disfrazados de mandatarios, policías, militares, políticos, funcionarios públicos, periodistas, y hasta de ciudadanos; con el objetivo de lograr una protesta interminable y autodestructiva. Soldados a los cuales solo podemos reconocer, porque actúan de manera contraproducente al bien común y a la prosperidad de sus propios países.
Este ejército globalista o multinacional, es despreciable; porque no tienen honor, ni patria y su única lealtad lo tienen a los fajos de billetes que cargan en su mochila, maletas, debajo de su colchón o en el maletero de su carro. Este es un ejército despreciable, adiestrados en el uso de armas eficaces para la destrucción de naciones, que son la deslealtad, la mentira y la traición.
Así que, lo que vivimos hoy es una “guerra económica” cuyo objetivo es mantener el caos y destruir todo orden geopolítico, social, democrático, político y económico; hasta el punto de lograr que el mundo sea ingobernable. Estos alborotos sociales han venido para quedarse.
Y cuando el mundo este bajo el caos total y se haga cada vez más ingobernable su teje y maneje; entonces vendrá “un nuevo gobierno mundial inhumano y cruel imponiendo su nuevo orden”; porque literalmente cortará y hará rodar cabezas.
Esto será ineludible; porque es una advertencia bíblica, profética y apocalíptica; pero, lo único que podremos hacer, es demorar su manifestación.
¿Cómo? Aceptemos que estamos en una “guerra económica”, y luchemos “con armas económicas”; trabajemos por la independencia de nuestros propios pueblos, por un gobierno y un sistema económico autóctono. Recuperemos nuestras Instituciones Estatales. Consolidemos el “mundo multipolar”, con un nuevo sistema de intercambio comercial. Formalicemos Organismos Regionales e Internacionales, paralelos a los tradicionales hoy politizados y sectariamente interesados; para lograr mejores acuerdos geopolíticos y comerciales que beneficien a nuestros propios países.
Temamos a Dios; respetemos la dignidad y la vida de nuestros semejantes; respetemos la autodeterminación de los pueblos; amemos a nuestra patria y a nuestras familias; busquemos el bien común; y practiquemos la verdad, la honestidad y la justicia.
“Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”
(Evangelio de “Lucas” 21:28/RVR 1960)
¡Lee la Biblia!
(C.A.S.) /Clasifíquese como un ensayo de desarrollo de opinión hipotético de “abajo hacia arriba”