La verdadera historia de la natividad

 

 

“He aquí una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”

 

(Evangelio de “Mateo” 1:23)

 

Los Evangelios que son parte de la Santa Biblia, son la fuente informativa acerca de la singular Historia de Jesús, el Mesías.

 

De estos cuatro Evangelios Canónicos, dos de ellos: “Marcos” y “Juan”, inician el relato de esta historia afirmando el “origen divino” de Jesús; obviando todo el proceso del nacimiento humano de Jesús. Los otros dos Evangelios: “Mateo” y “Lucas”, son los que, desde el inicio de su relato, enfocan el proceso del nacimiento humano del Mesías.

 

A) “Mateo” inicia su evangelio refiriéndose a la genealogía mesiánica de Jesús; vinculando de manera descendente la línea familiar desde el patriarca Abraham a David, y trayéndola hasta José, esposo de María, y finalmente a Cristo. Abraham es el padre de la nación judía; por lo tanto, Jesús es un judío.  David fue el rey ungido de Dios, al cual Dios le prometió que de uno de sus descendientes Dios levantaría “al Rey Eterno”, el Mesías (en hebreo) o el Cristo (en griego), cuyo nombre significa “ungido” o “rey”. Afianzando genealógicamente la elección, realeza y misión de Jesús el Cristo, que era la salvación de su “pueblo”.

 

“Mateo” continúa el relato de la natividad de manera muy breve, referenciando el conflicto de José, al enterarse del embarazo de su novia María; y pensando en dejarla secretamente, para que no se aplique contra ella, la drástica disciplina de la Ley de Moisés, que penalizaba estos casos de inmoralidad; un mensajero angelical le declara en sueños que no tema en recibir a María, quien había concebido virginalmente por obra de Dios, para convertirse en la madre del Mesías. El justo José obedeciendo al mensajero de Dios, recibió a María; pero, no vivieron conyugalmente sino hasta después que Jesús   nació.

 

Termina su relato extendiéndose a la visita que unos magos (hombres sabios), hicieron a la ciudad de Belén de Judea, donde había nacido Jesús, preguntando por el niño rey de los judíos. Pregunta que alarmó al infanticida y ególatra rey Herodes; que, interrogando a los magos, engañosamente pretendió sorprenderlos, pidiéndoles que cuando encuentren al niño, le avisaran, para que él también lo adore.

 

Los magos volvieron a ver la estrella que los estaba guiando, la cual detuvo su posición y brillo sobre la casa donde se encontraba el niño Dios; al entrar en la casa vieron al niño Jesús con su madre María. Arrodillándose los magos, adoraron al niño y le ofrecieron unos presentes: oro, incienso y mirra; presentes que solo se les ofrece a los reyes.

 

Avisados por otro ángel de Dios, los magos no retornaron a Herodes, sino que salieron secretamente de la ciudad. Herodes al verse burlado, ordenó la matanza de los niños de Belén y sus alrededores, que tenían la edad aproximada de Jesús, menores de 2 años.

 

Pero, José, María y el niño Jesús, avisados también, por un ángel de Dios, huyeron a Egipto; y no regresaron sino hasta la muerte de Herodes. Y por temor a uno de los familiares de Herodes que lo había sucedido, optaron por residir en Nazaret de Galilea.

 

El Evangelio de “Mateo”, resalta los textos proféticos mesiánicos del Antiguo Testamento, en este contexto de la natividad de Jesús, el Hijo de Dios:

 

1.- El nombre “Emanuel” que se declaraba desde antes del nacimiento, confirmaba que ahora, en medio de este mundo oscuro, maleado y corrupto, “Dios está con nosotros”, para brindarnos su compañerismo.

 

2.- La ciudad pequeña de Belén de Judá, que Dios escogió, para de allí levantar al que sería el Guía de su pueblo; deslinda su obra con los orgullosos, para afirmarnos que su voluntad está con los humildes y los pobres de su pueblo.

 

3.- “Raquel que llora a sus hijos, y que no quiso ser consolada, porque murieron”; marca este hecho trágico como resultado de la persecución que desató el rey genocida Herodes, contra el niño Dios, y, por lo tanto, es un riesgo a veces seguir a Jesús, parece advertirnos “Mateo”.

 

B) El Evangelio de “Lucas”, que es el más extenso en su relato del Nacimiento; inicia el relato de la natividad de manera paralela, entre el nacimiento del profeta Juan, el bautista, y el nacimiento de Jesús.

 

Ambos nacimientos fueron anunciados por mensajeros angelicales.  A Zacarías sacerdote, se le apareció un ángel al lado del altar del incienso, para declararle que su esposa Elizabet, que era estéril, tendría un hijo al cual tendrían que poner por nombre Juan, y declarándole que su hijo profeta en la autoridad de Elías, prepararía el camino para la manifestación del Señor a su pueblo.  Por dudar Zacarías quedó mudo, hasta el nacimiento de su hijo.

 

A María se le apareció el ángel Gabriel, saludándola y declarándole que ella era la elegida por el Altísimo, para ser la madre del Mesías y referenciando lo que sería la misión del Mesías en su pueblo.  María hace preguntas que el ángel contesta y al final María responde: “He aquí la sierva del Señor”.

 

“Lucas” relata la visita de María a Elizabet, pues, ambas eran parientes. Luego, el nacimiento de Juan el Bautista, que causa la admiración del pueblo; porque Zacarías recupera el habla, para inmediatamente profetizar del Mesías y de su hijo profeta.

 

Del nacimiento de Jesús, “Lucas” puntualiza que le sorprendió el parto a María estando en Belén de Judea, por causa de un censo; y tuvieron que improvisar en un pesebre (caja de cemento que servía como comedero a los animales domésticos), la cuna del niño Jesús. Así que esta imagen del niño Dios acunado en un pesebre, en la pequeña y campesina ciudad de Belén, ha trascendido al tiempo, proyectando la más hermosa historia de esperanza y salvación.

 

Este gran acontecimiento de la natividad del niño Dios, debe ser conocido por los hombres; así que Dios envía un ejército de ángeles, para que lo anuncien esta vez, a unos pastores que hacían vigilia cuidando a sus rebaños. Los magos no son aludidos en este Evangelio de “Lucas”. La gente sencilla y natural como los pastores, fueron las personas importantes a quienes Dios dio “las buenas nuevas”, es decir “el evangelio”.

 

“Lucas” también menciona a dos profetas no institucionales, que esperaban la llegada del Mesías; ellos eran Simeón, quién profetizó a María la gloria de Cristo y los sufrimientos de María.  Y la profetisa Ana, quién al igual que Simeón hablaba a la gente lo que sería el niño Jesús para el pueblo. 

 

 “Lucas” termina el relato del niño Dios, cuando éste tenía 12 años, y se queda en el templo durante tres días, sorprendiendo por su inteligencia a los religiosos y maestros judíos; dándonos un indicio que Jesús no era un niño ordinario sino extraordinario, “que crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.”

 

A diferencia de “Mateo”, “Lucas” nos data la genealogía de Jesús de una manera ascendente, desde José a David; desde David a Abraham; y desde Abraham hasta Adán. Como indicándonos que Jesús no es solo un judío, sino que también es un hombre universal por ser descendiente de Adán, razón por la cual lo llamaban “el hijo del hombre”.

 

Dios se hizo hombre, se encarnó en la capacidad maternal de María, para nacer, vivir y morir como uno de nosotros.

 

Su pueblo de creyentes de todos los tiempos, le agradecemos al Padre por su Hijo Jesús, quien murió por nuestra redención y perdón de pecados.

 

La natividad es la gran noticia, que el Dios lejano y ausente de nuestro mundo, decidió un día por amor a sus criaturas, descender de los cielos para vivir con los hombres y darles esperanzas y una nueva conducta de vida.

 

Dios bendiga a esta generación, con la experiencia de la fe y la salvación, por Jesucristo el Hijo de Dios.

 

¡Lee la Biblia!

 

 

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