Felices los que tienen hambre y sed de justicia…” (Sermón del Monte/Mateo 5:6)
“La cosa Nostra” es el término que resumía los tinglados de aquellas mafias sicilianas de antaño, organizadas por jefes de familias delincuenciales, sanguíneas o corporativas, que acaparaban los grandes negociados de una gran ciudad, un estado o de escala internacional; especialmente dedicados a negocios ilícitos, o empresas de vicios y corrupción humana, de ganancias casi inmediatas; pero, al amparo de la ley y con una fachada de legalidad. Lo efectivo de esta clásica organización delictiva, es que en su cartera de personajes públicos sobornados o sobornables, tenían a políticos títeres, jueces, periodistas, artistas, intelectuales, hombres de ley, alcaldes, empresarios de medios, y hasta a presidentes de los estamentos más altos de un país; a quienes luego, utilizaban a su antojo o sencillamente desechaban delatándolos para distraer o lavar su rostro mafioso, ante la opinión pública.
Si comparamos a la corrupción con la mafia, diríamos en primer lugar, que la corrupción a diferencia de las mafias, es un problema de “personas”; personas que intermedian desde su puesto público, para brindar un servicio público. Además, la corrupción puede ser espontánea, esporádica y localizable; mientras que las mafias son organizaciones finamente sincronizadas y complejas, y que se mueven a sus anchas en cuantas instancias de poder estatal existan, porque cuentan con la complicidad de autoridades inimaginables.
El drama crítico del dominio de las mafias en un estado o en una ciudad, es que los extremos valorativos verdad y mentira son distorsionados maquiavélicamente; a los corruptos se les exalta y cotidianamente se les brinda una “buena prensa”; y a los honrados y justos, se los elimina judicial, social, política o físicamente.
Afirmar que hay en la política de hoy un comportamiento mafioso, no es una exageración; los medios internacionales dan cuenta de personajes y partidos políticos, enredados sistemáticamente en hechos mafiosos y no se salvan instituciones consideras altruistas, filantrópicas y hasta religiosas.
No quiero decir con esto que la Política está saturada por mafiosos; sino que en la Política “como la ciencia de gobernar a un país”, se están utilizando métodos o modalidades mafiosas para controlar o lograr un objetivo de interés remunerativo o compensatorio.
Una conducta política al mismo estilo de la “Cosa Nostra”, lo tenemos en víspera a este proceso municipal limeño, solo para elegir regidores municipales desconocidos para cambiarlos por los vigentes, igualmente desconocidos; como consecuencia y parte, de un proceso revocatorio municipal limeño anómalo y caprichoso, por su adelanto de fecha y gasto innecesario. Todo esto por los Grandes Intereses Económicos y Políticos, que manipularon la Revocatoria del 17 de Marzo, como instrumento para sus propios fines, agitó las emociones políticas limeñas y dando un mensaje a quien corresponda, que ellos tienen el control de la agenda política nacional, y que ellos la manejan a su antojo.
Ya hemos entrado a este círculo alienante de la “cosa Nostra”, entre los Grandes Intereses y la política, en lo que respecta al manejo de cómo se hacen las cosas en los grandes negociados o contrataciones millonarias pública-privada, en el largo y corto plazo. Pues, al mismo estilo de las mafias de antaño, hacemos aparecer y desaparecer testigos comprometedores de andada; saboteamos programas sociales sin importar que sean niños o pobres los que se benefician, a fin de desprestigiar a un gobierno enemigo. Son apenas unas cuantas, las grandes empresas privilegiadas que se llevan discretamente todas las contrataciones a nivel nacional, gracias a su monopólica prensa que evita ponerlas en evidencia.
Además, en lo que respecta a tiempo, hace dos décadas en el Perú, la política se ha convertido en “una cosa Nostra”; porque todo sigue igual, sin cambiarse a los económicamente beneficiarios de los gobiernos anteriores que han perdurado hasta el actual; y descartándose a los tres presidentes constitucionales anteriores, evidenciando la tropelía económica de cada uno de ellos. (Dos de esos presidentes descartables no se han dado cuenta de la indirecta de sus aliados económicos que le están moviendo el piso, a fin de dejar el espacio para su reserva o propuesta de un candidato presidenciable, que no será ninguno de ellos).
El estilo corporativo y asociativo cómplice de las organizaciones mafiosas, ha sido siempre el control total o la vulneración de los medios institucionales sobre los cuales se organiza y se representa a la sociedad en general; complotando en contra de los intereses públicos, para favorecer sus intereses privados.
Así que el lobby “de ser un país privilegiado para las inversiones”, nos remarcan que el país puede seguir comercializando sus bienes públicos, para seguir abultando su economía; acosta de seguir postergando y sacrificando el proyecto presente y futuro de desarrollo de país. Los tinglados mediáticos mantienen grandes titulares intrascendentes, en tono farandulero y chismografico; pero, ocultando los grandes casos de corrupción y delitos como el tráfico de terrenos, de influencias y de los grandes negociados público-privado, invisibilizando a los grandes suertudos ganadores repetitivos de esos contratos. De los palacetes de justicia de “las tremendas cortes”, se emiten sentencias finales o se archivan casos de largo proceso, provocando la risa y la rabia en el sentido común del pueblo. Los monopolios peruanos-extranjeros o extranjeros-peruanos, de diferentes índoles en su rubro comercial; se sienten cómodos, sin que nadie sea inoportuno a su existencia y desarrollo. Nuestros representantes legisladores nos sorprenden cada cierto tiempo, con su léxico fluido adjetivizante en contra de los contrarios y reaccionando en base a investigaciones que ellos no trabajan, sino que son los medios periodísticos sincronizados que les alcanzan dicha investigación, maquilladas para las luces y cámaras. Los delincuentes entran y salen de los espacios carcelarios, “como Pedro en su casa”; burlando la seguridad de la infraestructura penitenciaria con su débil seguridad a “prueba de un grueso soborno económico”.
Los peruanos dignos son más de la mitad de la población; y han ganado con su voto dos procesos electorales presidenciales. El desafío ante estas realidades no deseables, debe convocarnos a organizarnos y ser protagónicos en este contexto actual, en que vivimos y sufrimos a la política y a los grandes intereses, que se cruzan a los intereses públicos y al sano desarrollo del país.
Jesús enseñó: “Felices son cuando por mi causa les insulten y les persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes, mintiendo” (Mateo 5:11)
¡Lee la Biblia!
César A. Salinas (C.A.S.)/ La presente reflexión es un ensayo hipotético; cualquier parecido con la realidad es pura casualidad.