“Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.”
“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”
(Evangelio de “Lucas” 2:12-14)
La palabra “Navidad” está relacionada significativamente, al término “Nacimiento o natividad”, que es lo mismo; con la acepción en general, que con este vocablo nos referimos específicamente al “Nacimiento de Jesús, el Mesías”, tanto como a la fecha festiva de su recordatorio. Sin embargo, el folklor religioso de los pueblos en el mundo y a través de sus generaciones, han venido implementando elementos y personajes controvertidos como “papá Noel”, los renos, los árboles, guirnaldas, por ejemplo, como otras tradiciones ornamentales que se fijan en los hogares cristianos y que se anteponen, a lo que debiera ser la ciencia cierta y bíblica, de este primer adviento del Señor, que vino para ser insertado a la historia y al drama de la familia humana de toda la Tierra.
Este niño que nació, y que según el Evangelio de “Lucas”, estaba ligado genealógicamente al “hombre universal Adán”; y que sorprendió a los 12 años de edad con su sabiduría y conocimiento de las Escrituras, a los doctores religiosos de la Ley dentro del Templo de Jerusalén, con respuestas y preguntas, que inquirían y cuestionaban el “conocimiento tradicional e interpretativo de la esperanza mesiánica”; y que seguía siendo el ejemplar hijo obediente de María. Este niño Jesús que creció y empezó su ministerio público a los 30 años de vida; que impartió sus enseñanzas para establecer “un reino de conciencias, de amor, de misericordia, de verdad y de justicia”. Y que, pasado dos años y medio, o tres, de su ministerio público, fue apresado y crucificado, muriendo por la salvación del mundo; y que, resucitado al tercer día, comisionó a sus seguidores para que prediquen su Evangelio; prometió un segundo adviento, esta vez “no como un niño”, sino como el “Señor de señores y Rey de reyes”. ¡El Mesías Celestial!.
Todo lo dicho anteriormente, se basa en la información bíblica de los Evangelios Canónicos que predica la Iglesia Cristiana en el mundo.
Una información fidedigna es importante, para la obtención de un conocimiento verdadero de las cosas. Una información errada o manipulada; puede causar engaños o divisiones en la apreciación de la verdad de las cosas. Ya lo sentenció Jesús, el Mesías, cuando dijo: “Erráis, ignorando las Escrituras y el Poder de Dios” (“Mateo” 22:29).
La información original de primera mano, inmediata y verificable, sobre temas o acontecimientos trascendentales para las relaciones internacionales; se dan por los canales oficiales de Estado y de su Corporación de Inteligencia, llegando a sus destinatarios en sus rangos respectivos, con la exclusividad y el privilegio, que le concede la recepción de dicha información. Pero, también, resulta, que hay informaciones importantes, exclusivas, que se filtran a las élites económicas cuyos negocios están transados con algunos gobiernos; o con el mejor postor, que quiera pagar para la obtención de estas clasificadas informaciones de alto nivel, antes que los comunes del pueblo.
Por eso, me fascina, la información que llegó “a los pastores que hacían vigilia cuidando a sus rebaños de ovejas”; acerca de este acontecimiento que marcaría un hito en la historia universal, sobre el “Nacimiento del Salvador del Mundo”. Esta información vino por el canal que Dios utilizaba en ese entonces; que era la vía angélica. Los Mensajeros de Dios, eran ángeles; criaturas perfectas, poderosas, santas y veraces en lo que declaraban; pero, el privilegio y la exclusividad de esta información, llegó primero a estos sencillos pastores, de nivel popular. Pero, seguramente, fervorosos en la esperanza mesiánica. Estos pastores tuvieron una revelación visual y audible de este coro de ángeles, cuyo mensaje fue: “Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.” “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”.
Lo otro, que también me fascina, es la preferencia del Hijo de Dios; que pudiendo haber nacido siendo parte de una élite económica, poderosa o en algún palacete de trascendencia y fama internacional; prefirió a los humildes del pueblo, y el ser acunado en un establo, nada menos que, en el comedero (pesebre) dónde se ponía el pasto para los animales domésticos, que se improvisó para su descanso; en ese pequeño pueblo de Belén.
Jesús, el Mesías, prefirió al pueblo; “reconocido como el hijo del carpintero”, él llegó a formarse como un hombre del pueblo. Por eso, en el apogeo de su ministerio público, el pueblo honesto, trabajador, fervoroso y sencillo, se sentían cómodos con la persona de Jesús; cuya predica era sin ambigüedades y directa, en la veracidad de sus afirmaciones.
Vivimos en nuestros días, lo que hoy llamaríamos “la era abundante y accesible de la información”; que prácticamente debería haber roto con el “privilegio de la información”; gracias a las nuevas tecnologías y a sus diversos dispositivos, que nos ayudan a ordenar, almacenar e intercambiar información en tiempo real.
Pero, además, de la problemática de seleccionar, descifrar y aplicar útilmente, de esta “abundante y diversa información”; hoy en día nos encontramos enfrentando, una “información concentrada, sesgada, distorsionada, falseada, interesada y direccionada”, con la finalidad de ocultar al mundo “la verdad” y de esta manera expander e imponer universalmente sus intereses. Y son los grandes conglomerados corporativos y mediáticos, que nos mienten descaradamente mañana, tarde y noche; y porque no decirlo, son los que han corrompido por doquier, a los representantes del pueblo. ¡Porque no hay corrupción sin corruptores!
Entonces, ¡cuán importante se ha hecho obtener una información veraz!; para no ser engañados por la corrupción concentrada de esos grandes conglomerados. Para no creerle al corrupto, que dice que lucha contra la corrupción; ni a los grandes ladrones que acusan a otros, para desviar la atención de sus propias fechorías; ni a los eficaces cómplices mediáticos que han estafado millonariamente a un país, persiguiendo a sus blancos noticiosos, para ocultar ellos sus propios crímenes y corrupción.
Dios, en estos últimos tiempos, ha establecido, que sus “mensajeros sean hombres, seres humanos, aunque redimidos, pero, todavía falibles”. Ya no son los ángeles los mensajeros, sino los seres humanos creyentes en Jesús, el Mesías y su Evangelio.
Y lo que puedo decirles, es que la “información sobre la navidad”, está cargada de distorsiones y manipulaciones, tan igual como nos llega hoy, todo tipo de información; razón por lo cual, he querido reflexionar en este paralelismo: “Mensaje Cristiano” y “Mensaje Secular”.
Concluyendo con este mensaje, de mi parte, para todos ustedes: “¡La navidad es Jesús!”.
¡Lee la Biblia!
(C.A.S.) /Reflexión: Aclarando sobre la Información de la Navidad