“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres… De cierto, de cierto os digo: que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado…Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”
(Evangelio de Juan 8: 31-36/RVR 1960)
En el marco de nuestra fiesta patriótica de independencia, aquí en el Perú, este pasado día festivo del 28 de Julio; los peruanos hemos tenido presente nuestro sentido de pertenencia, relacionado a nuestra historia republicana, a nuestro arraigo territorial, a nuestra cultura y folklor nacional y regional. Nuestra Independencia fue del clásico yugo español, en esa era colonial que empezó en el año 1533, con la ejecución traicionera por los españoles, del último Inca Atahualpa; y que terminó con la proclamación de la Independencia del Perú por el Libertador José de San Martín, el 28 de Julio de 1821; aunque realmente, la liberación definitiva, terminó en el año 1824, con la Batalla de Ayacucho.
En este marco de la independencia peruana, es bueno traer a la reflexión, las Palabras y la Figura del Mesías Jesucristo, libertador de otro tipo de esclavitud; porque lo que ha quedado claro de la historia de nuestra independencia, es que este proceso de liberación inició y continúa todavía inacabado; razón por la cual hoy, en nuestro siglo XXI enfrentamos los “neo colonialismos económicos” que siguen saqueando al país, al amparo de leyes hechas a la medida de sus intereses.
Jesús, el Mesías, declaraba que necesitamos ser libres de la esclavitud del pecado, “¿Por qué todo el que hace pecado, esclavo es del pecado?”; afirmaba el Señor. Es decir, parafraseando esta frase y utilizando uno de los significados etimológicos del término “pecado”, que significa “corrupción”; releemos así: “…todo el que hace corrupción, esclavo es de la corrupción”.
Categóricamente, todo pecado es “relacional”, porque involucra y afecta a otros; pero, debo decir, que el pecado más envolvente de todos, es el pecado de la corrupción. Porque involucra o envuelve a personajes, familiares, amigos; a instituciones y funcionarios públicos; a grandes y pequeños; a ignorantes y a personas calificadas académicamente; a gente bribona como a ingenuos; que por recibir una dádiva extra, terminaron involucrados, esclavizados, por la codicia y el chantaje a su vida personal y libre albedrío, por sus reales opresores que son los corruptores. Estos esclavos de la corrupción, necesitan ser liberados de este yugo de esclavitud que arruina sus vidas.
El Libertador, Jesucristo, el Mesías, también nos trae la solución de este tipo de esclavitud; nos dice que “la verdad nos hará libres”. Esta verdad liberadora, es la que necesitamos hoy en día, para ser libertados del engaño de la corrupción en que estamos sumidos como nación. La verdad liberadora, está en el “decir” de las palabras de Cristo; mientras que todo error, engaño, corrupción, viene por el “decir”, de las palabras del “padre de la mentira”.
El Mensaje tradicional del 28 de Julio traído por el actual presidente designado del Perú, ha creado una nueva coyuntura de conflicto de poderes, concluyendo improvisadamente su mensaje presidencial, con un llamado a adelanto de elecciones generales. Este llamado lo que demuestra es que se cierra el circulo caótico en que se encuentra nuestro país; caos que debemos asumir que debe convenirle a algún grupo o corporación en especial.
El presidente designado, está claro, que no piensa en postularse para esas nuevas elecciones; sino más bien lo que demuestra es amedrentamiento, voluntad de dejar el cargo presidencial; desinterés por las reformas que ha solicitado al Congreso y que tanto tiempo ha tomado tratarlos, ni por la disposición que el Congreso ha tenido, en responder asertivamente a dichas solicitudes. Si fuera de verdad que el presidente designado, estuviera haciendo un acto de desprendimiento, entonces, sencillamente renunciaría y la vida nacional de nuestro país, continuaría en su Norte; pero, eso no sucederá, porque eso significaría la perdida automática de su inmunidad.
Insisto en el parentesco de este gobierno del señor Vizcarra, con el gobierno de los ’90 del señor Fujimori; debido a que los artífices de estos estilos de gobernar, son los mismos que tras bambalinas lo direccionaron, para sus propios intereses particulares. Por señalar un ejemplo; una de las características de este gobierno de los ’90, es que era “un Gobierno Reformista”, tan igual como el actual de Vizcarra; nos marearon con tantos cambios, modificaciones y promulgaciones de leyes, que al final quedaron como están. Y nosotros, en nuestra ingenuidad, no sabíamos mirar el alcance y trascendencia de esas leyes; ni de todo ese movimiento en el Poder Judicial, el Congreso y Justicia; que seguramente, algún entendido independiente investigaría, y lo que descubriría es que todo eso sirvió y se utilizó, para “el gran atraco que ha sufrido y sufre nuestra nación”.
Así que tengamos cuidado, por no dejar “un congreso sin inmunidad”; porque eso es lo que quisiera la gran corrupción, porque eso significaría “un congreso vulnerable y pelele”.
Entonces, para concluir, este llamado a adelanto de nuevas elecciones generales en el Perú, solo contribuye a coronar el caos institucional y democrático, en el cual nos encontramos; caos que ya ha sido generado por reformas y pedidos de reformas inútiles; por el descabezamiento y cambios en el poder judicial por un personal que no ata ni desata; por el suicidio de un ex presidente agobiado por una justicia mediatizada y direccionada; por otro ex presidente, renunciante y que se encuentra actualmente en prisión domiciliaria; por la líder de un partido político popular, cuyo delito es haber tenido la fuerza mayoritaria en el congreso, y que los poderes ocultos quieren mantenerla en prisión, para meterles miedo a los políticos que se atrevan a ser independientes; por el cambio de los “hermanitos” en el Ministerio de Justicia, para poner a los “primitos”.
Así que todos aquellos que “han vendido su alma al diablo”; quise decir, “a la gran corrupción”; ya saben que el contrato tiene sus clausuras de compromiso: “Si llegas a ser presidente, tienes que pagar al final con la cárcel; si eres funcionario publico o un ciudadano común, ya sabes que tienes que pagar como chivo expiatorio; si eres una gran empresa, no te preocupes, que nosotros arreglamos para que sigas contratando…”
Y hasta ahora, la gran corrupción sigue “blindada”; algunos “sin querer” y otros “queriendo”, encubriendo y distrayendo a nuestra ciudadanía, para que miremos a otro lado.
En este marco de nuestra Independencia, vemos el mismo mal que tuvimos desde los inicios de nuestra república, y que parece arrastraremos hasta nuestro bicentenario, me refiero “a la anti-patria”, que interrumpe e irrespeta nuestra vida nacional, que desvía los intereses del país hacia el beneficio foráneo, y que nos hace reiniciar con sus desmanes, en las diferentes etapas de nuestra historia, a “nuestro proyecto nacional de hacer un Perú para todos los peruanos”.
Los “anti-patria”, son los seres más detestables y traicioneros que hay; ellos son los que impiden que hagamos una mejor patria; estorban para que no seamos un país liberado y desarrollado. (Y tanto que critican “la supuesta dictadura de Venezuela”; yo critico a “esa oposición venezolana postiza, alquilada, ladrona y anti-patria”; que no les importa el padecimiento de su propio pueblo.)
Necesitamos ser libres de la esclavitud de la gran corrupción, y eso solo será posible si damos lugar “a la verdad liberadora”.
¡Lee la Biblia!
(C.A.S.) /Una reflexión sobre la independencia todavía dependiente