Juicio de las Naciones

La inmigración desafía a la globalización
La inmigración desafía a la globalización

 

“Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros…:

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero (inmigrante), y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.” / Jesucristo.  (“Mateo” 25:34-36/RVR 1960)

 

Como los volcanes que se activan y muestran un escenario de materiales del subsuelo incandescente, al rojo vivo, que se moviliza hacia la superficie de manera incontenible;  y con una humarada de ceniza que se expande hacia la estratosfera, dejando una señal de alarma, conmoción y afectando al entorno de la población mundial; así la palabra escritural y profética de Dios, se activa, actualizándose de manera  sorprendente, como si lo escrito hace miles de años atrás, fuese hoy como una noticia cotidiana y común a nuestra historia presente.

 

La maldad generacional  provocadora de  los juicios de Dios; el desprecio a la vida y al derecho del semejante; y la transgresión al límite de protección que todo nuestro mundo civilizado debe ejercer a favor del derecho de los niños, contradicho  para satisfacer a los que gustan de la tortura  a los niños vulnerables; ha hecho que el  “Poderoso Gigante” que habita en los altos cielos, emita su voz mediante “la alteración de la naturaleza”, dándonos conciencia que nuestro planeta y nuestras vidas arraigadas dentro, están controladas por otras fuerzas superiores, que pueden determinar nuestro fin o nuestra continuidad como especie humana. Jesús, enseñaba acerca de los niños: “…sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos…”. ("Mateo" 18:10).

 

Hoy en día, “el desborde de inmigrantes en regiones continentales supuestamente desarrolladas y cristianas”; están presentando un gran desafío a ese ideario de “mundo globalizado”, en que las fronteras se abrieron para acercarnos más, y de esa manera estrechar nuestras relaciones geo- comerciales, y confraternizar con nuestras diversas identidades nacionales o multilingües. Hace ya un buen tiempo, que la inmigración es un hecho transicional en la era de la globalización geo- comercial; así que, en todos los pueblos que han sido parte de este proceso histórico, ya cuentan con “una clase de inmigrantes privilegiados”, que llegaron a un país como parte de esas empresas transnacionales que se insertaron en nuestras economías nacionales o regionales.

 

Empero, son otra clase de “inmigrantes no privilegiados”, que no vienen a aportar, sino a pedir ayuda humanitaria a los países que a ellos le representa no solo una oportunidad de cambiar sus destinos, sino además de salvación de sus vidas. Que vienen huyendo de guerras esquizofrénicas, de miserias, de ambientes insalubres, de maltratos, de una grave carencia de futuro. Estos “inmigrantes no privilegiados”, son el gran desafío para la historia última de la globalización, para los grandes estadistas, para las grandes mentes de bien y los países fundamentalmente cristianos.

 

En “el juicio de las naciones”, Jesús, el Mesías, enseñaba sobre este desafío de “los inmigrantes o foráneos” que se acercan a ti, esperando tu hospitalidad y ayuda. En una exhortación que hace la Biblia sobre este desafío de la hospitalidad para con el inmigrante, que siempre será un riesgo, se nos anima cristianamente a esta practica cristiana: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”. (Hebreos 13:2).

 

En todo caso, las naciones serán juzgadas delante del Trono del Gran Juicio de las Naciones; por la práctica de la hospitalidad como expresión de la caridad cristiana, o por su renuencia y omisión a esta práctica de amor al próximo.  Leíamos al principio el criterio de juicio a las naciones, declarado por el Señor Jesucristo: “Entonces los justos le responderán diciendo: Señor… ¿Y cuándo te vimos como inmigrante, y te recogimos? … Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mi lo hicisteis.” (“Mateo” 25:37-46)

 

“Los inmigrantes no privilegiados”, no solo son un desafío, sino una oportunidad para tomar conciencia, de que todavía somos capaces de conmovernos por el drama de nuestro próximo; de que somos capaces de organizarnos para salvar vidas humanas, sin conspiraciones y sin que medie nuestros intereses mercantilistas; de poner en práctica la caridad cristiana como países cristianos que han llevado la fe a las regiones del mundo.

 

¡Dios bendiga!, a las ONG y Defensorías de los Derechos Humanos, que están conformadas por seres humanos que  no se  sienten bien con ellos mismos, mientras otros están padeciendo el drama de la guerra, la discriminación, el abuso, el desprecio de sus vidas, las emergencias naturales y las provocadas, el engaño de los que más saben y de los que más tienen. Ellos han decidido compartir un poco de ellos mismos con todos estos dramas humanos, y han decidido llevar un poco de todos esos seres humanos a quienes ayudan, como una parte importante de su propio ser. ¡Dios les bendiga!

 

 

¡Lee la Biblia!

 

 

(C.A.S.) /Una reflexión cristiana contextual en relación con los signos de los tiempos 

 

 

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