“Enséñanos…a contar nuestros días…”

 

(Salmos 90)

 

 

La autoría del Salmos 90, en el Antiguo Testamento, es atribuido al profeta y líder nacional, Moisés. Este Salmos es una Evaluación de ese recorrido y experiencias históricas del Pueblo de Dios, en ese peregrinar por el desierto, durante 40 años.

 

En este Salmos 90, puntualmente, se resalta el cuidado de Dios sobre su pueblo; los alti-bajos en la experiencia humana de este pueblo y sus limitaciones existenciales. Por último, el descubrimiento de que Dios es el causante del bien y del mal que vienen sobre ellos; y que lo bueno o lo malo que experimentó dicho pueblo, lo determinó su condición moral y relación con Dios.

 

He aquí, un recuento y análisis textual de esta oración evaluativa del profeta Moisés:

 

I.-) “Señor, tú nos has sido refugio…” (1-2)

Desde antes de la fundación del mundo; por todas las edades y eternamente, Dios es la verdadera zona de seguridad. Experto en protección y en brindar refugio en tiempos angustiosos, a los pueblos y generaciones que claman por ser socorridos por él.

 

II.-) “Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: Convertíos, hijos de los hombres” (3)

El ser humano va por su propio camino, siguiendo rutas de rebelión y desenfreno, proyectando su futuro y empeñado en lograr su propio bien, a espaldas de Dios. Pero, todo plan humano es truncado, hasta que éste se da cuenta que es Dios, quién lo llama a considerar sus fracasos y a entender que son simples mortales, que necesitan la ayuda del Todopoderoso.

 

III.-) “Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó…” (4)

Midiendo la eternidad de Dios, en relación a los años de la tierra, mil años son como un día para Dios. Y en esa eternidad, Dios ha contemplado los intentos de todas las generaciones, por lograr su armonía entre sus proyectos y las diversas utopías ultraterrenas, de bienestar para todo el mundo; pero obteniendo por resultado el “infierno” anticipado en la tierra, en conflictos y descontentos de nunca acabar, entre una parte del mundo y otra.

 

IV.-) “Los arrebatas como con torrentes de aguas; son como un sueño, como la hierba que crece en la mañana. En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca.” (5-6)

En contraste a la eternidad de Dios, se habla ahora de la fragilidad y temporalidad de los años de la existencia humana, comparándola en este símil con la fragilidad y temporalidad de la hierba que crece sobre la tierra. Estos años de la vida humana, además, son arrebatados por torrenciales desastres e inundaciones, que arrasan con los sueños de los mortales seres humanos.

 

V.-)”Porque con tu furor somos consumidos y con tu ira somos turbados. Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz de tu rostro.” (7-10)

No hay otra manera de entender los males que se han experimentado sobre la tierra; todos esos males  han sucedido a causa de nuestros pecados y errores, que han provocado la indignación y la justicia de Dios. Y que aún la muerte, que llegó a integrar el ciclo de vida humana, encuentra su explicación en el castigo de Dios, por el pecado original de la desobediencia. Los máximos años de vida son ochenta, entre los más fuertes, pero son años achacosos por los desatinos en su recorrido.

 

VI.-)” ¿Quién conoce el poder de tu ira, y tu indignación según que debes ser temido?” (11)

¿Qué acciones? ¿Qué pecados? ¿Qué culturas o filosofías de vida entre los pueblos del mundo provocan la indignación de Dios?

 

Los religiosos modernos desvían a los pueblos del temor reverente al Dios de los cielos; enseñando mandamientos de hombres y justificando ese afán por los beneficios terrenos y temporales, olvidando que hay una vida futura más allá de los límites de nuestra mortalidad y temporal mundo. Pero, indudablemente, Dios está airado, por eso vemos tantos males que vienen sobre esta tierra, de parte de Dios. Si no queremos males en nuestra generación, debemos aprender y evitar lo que provoca el furor de Dios sobre los pueblos.

 

VII)”Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (12)

Esta sabiduría tiene que ver con reconocer a Dios en nuestros caminos, proyectos personales, corporativos, regionales y nacionales. Esta sabiduría tiene que ver con el aprecio provechoso de los años de vida que Dios nos da. Esta sabiduría tiene que ver con el debido temor reverente a nuestro Dios y aceptar que no somos eternos, ni dioses; y que llegará el día en que tendremos que rendir cuenta al Altísimo y Santo Dios. Por lo tanto, debemos preocuparnos por nuestra calidad de vida moral, personal y nacional.

 

VIII.-) El clamor final del profeta fue: (13-17)

 

”Vuélvete, oh Dios, ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus siervos.

De mañana sácianos de tu misericordia, Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.

Alégranos conforme a los días que nos afligiste, y los años en que vimos el mal.

Aparezca en tus siervos tu obra, y tu gloria sobre sus hijos.

Sea la luz de Dios sobre nosotros, y la obra de nuestras manos confirma sobre   nosotros;   Sí la obra de nuestras manos confirma”

 

¡No seamos necios! Si lo bueno y lo malo se explican por nuestras acciones, las cuales Dios juzga premiándola o condenándola; ¡busquemos el bien de parte de Dios!

 

Dejemos de provocar su indignación, de entrada a este nuevo año 2022

 

 

¡Lee la Biblia!

 

 

Nota.- Los textos bíblicos referidos en este artículo son de la Versión en Español Reina-Valera, Revisión 1960.

 

 

(C.A.S.)/ Una reflexión a inicios de un nuevo año, basada en la oración profética de Moisés.

 

 

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