El Libertador

 

El Libertador

 

 

Y se le dio el libro del profeta Isaías, y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

 

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, …”

 

(Lucas 4: 17-20 /RVR 1960)

 

 

 

Introducción

 

 

Hemos estado celebrando en nuestras distintas regiones, nuestras fiestas de independencias; haciendo memoria de nuestros Libertadores en sus distintos momentos históricos.  Recordando que hubo días en que luchábamos por cambiar la esclavitud por la libertad.

 

El profeta Moisés fue el Libertador de Israel, que los sacó de la esclavitud de Egipto, comisionado por el Dios Altísimo; pero que le tomó 40 años peregrinar por el desierto, hasta llegar a la tierra prometida, porque su pueblo había vivido y pensado como esclavos durante cuatro siglos; y ahora tenían que aprender a vivir como libres. Desde que salieron de Egipto, inicialmente cuando se les presentaba alguna dificultad o se desconcertaban en los momentos de espera y luchas situacionales; querían volverse a Egipto. Diciendo: “Nos explotaban, nos trataban como animales de carga, mataban nuestra dignidad, se apoderaban de toda nuestra vida familiar, de toda nuestra fuerza; pero teníamos algo que comer y un rincón seguro donde descansar… ¡volvamos…!”

 

En este actual “mundo revertido”, en que dejamos la ciencia por las ideologías; la paz por la guerra; el mandato democrático de la mayoría, por el mandato de unos cuantos; la libertad por la censura; los derechos humanos por la anomia; nuestra independencia por la dependencia; los valores cristianos y humanos por lo bárbaro; debemos tomar conciencia y cuestionarnos, si acaso seguimos batallando por nuestras libertades, o si nos estamos conformando a nuevos tipos de esclavitudes.

 

 

El Libertador Jesús

 

 

El profeta Moisés venía anunciando que: “Dios levantaría otro profeta libertador como él; y que debiéramos oírle”.

 

Hasta que Jesús afirmó, que esta escritura de Isaías leída, acerca de la Misión del Ungido o Mesías enviado de Dios, se había cumplido en él. Y parafraseando este pasaje, Jesús lo refería así: 

 

(“El Espíritu del Señor está sobre mí, me ha ungido para dar las buenas noticias a los pobres: Que Dios es vuestro recompensador y defensor.

 

Me ha enviado a sanar a los dolidos del alma. A pregonar libertad a los presos de las grandes injusticias.

 

A dar vista a los ciegos de los ojos físicos y de la mente.

 

A poner en libertad a los cautivos del pecado y del diablo.

 

A predicar el tiempo del Señor: Que su reino de conciencias está cerca, para fortalecer a los débiles, levantar a los caídos de sus propios errores, y a los fracasados en sus miles de intentos. Para decirle al pobre de espíritu, de codicia y de ambiciones vacías, que ustedes son los más fuertes, los más auténticos, los que mueren felices y contentos con lo que son, lo que tienen y sus humildes logros…”)

 

 

La esclavizante corrupción

 

 

Las naciones arrastran hoy en dìa, una larga y pesada cadena de corrupción. Lo sintomático de esta pesada y esclavizante corrupción, es que ha creado grandes monstruos codiciosos, egoístas, criminales, mentirosos, belicosos, insensibles y cobardes (que no pueden vivir con su propio esfuerzo sino a costa del bien de los demás).

 

Estos monstruos codiciosos y criminales hacen guerras, para apoderarse de una ruta de grandes negocios y recursos; y para prevalecer en su desfasada hegemonía. Estos monstruos mentirosos, crean un sistema económico de estafa, para saquear a las naciones sus recursos. Estos grandes emprendedores transnacionales monstruos egoístas, pudiendo enriquecerse por la inversión y el trabajo honesto; han preferido el robo, la ilegalidad, la evasión de sus impuestos, para un rápido enriquecimiento de su mentirosa inversión.

 

La corrupción tiene atrapado a muchos gobiernos en el mundo; ha hecho una multitud de millonarios clandestinos; testaferros disfrazados de negocios mal habidos.

 

Necesitamos un Libertador, que inspire la lucha contra esta esclavizante corrupción.

 

Jesús, el Libertador, nos anunció su “Reino de los cielos”, al cual debemos aspirar todos los hijos de la verdad y la justicia. Este “Reino de Dios”, es un reino de conciencias; de conciencias liberadas de corrupción, de culpas y de antipatías.

 

¡Conciencias cauterizadas por el pecado de la corrupción, vengan al Libertador, si quieren ser liberados y recuperar su humanidad!

 

Nosotros creyentes todavía, aspiramos a un mejor país, un mejor mundo de valores. Aspiramos a nuevas reglas que se respeten y que estabilicen a este caótico mundo revertido.

 

 

 

¡Lee la Biblia!

 

 

 

 

(C.A.S.) Reflexión basada en una anterior reflexión cívica por nuestro aniversario de independencia peruana republicana.