El error de la globalización

A inicios del mundo post-diluviano (del cual somos parte), se levantó sobre la tierra, el “primer dominante, opresor, poderoso, grande o gobernante,” de nombre Nimrod, instaurando su “proto-imperio babilónico”, en la tierra de Sinar, en las inmediaciones de los ríos Tigris y Éufrates, del actual Próximo Oriente. Según la Biblia, en el Libro del “Génesis”, en el capítulo 11, Nimrod nieto de Cam, hijo de Noé, aprovechando de que toda la tierra de aquel entonces hablaba un solo idioma, impuso sobre todos los hombres subyugados bajo su dominio, el proyecto de “levantar una torre cuya cúspide llegue al cielo y hacerse de una razón social, que se perpetuara en el tiempo y en el espacio histórico-geográfico”.

Ya en aquel mundo antiguo, se había dado una primera experiencia de “globalización”, basado en el uso de una sola lengua y centrado bajo un dominante global particular. Todos los seres humanos, bajo Nimrod, ejecutaban y seguían una sola idea particular, en la construcción de dicha “Torre”, el pensamiento unitario era “elevarse”, lograr la “torre más alta”, para desde lo alto visualizar los confines de la tierra, y que todos los demás sepan que estamos por encima de ellos y ellos están debajo de nosotros. Tan determinados estaban en esta sola idea global, que Dios tuvo que descender de lo más alto del cielo, para confundirlos, dándoles lenguajes diferentes para que no se entendieran unos a otros y esparciéndolos por todos los confines de la tierra.

Se califica esta intervención de Dios, como un castigo al orgullo humano, que somete a otros y que aspira mantenerse por siempre, sobre los demás. Pero, analizando un poco más sobre esta intervención divina, vemos que el mundo globalizado de aquel entonces, estaba siendo arrastrado por el error de la idea particular de un dominante, que subyugaba y oprimía iniciativas, intereses o ideas contrapuestas, para que la construcción de esta infraestructura, la torre, se ejecutara y se impusiera al mundo de manera absoluta. Dios fue liberador en su intervención, liberó al dominante de su error, dándole conciencia que el privilegio de gobernar y autogobernarse es de todos, y liberó a los subyugados, dándoles un lenguaje diferente, para que opten por sus propias aspiraciones, desarrollen sus propias historias y sus propios sistemas de vida nacional.

Desde aquel entonces, se han dado sistemas de gobiernos patriarcales, tribales, teocráticos, monárquicos, bàrbaros, imperiales, militares, reales, clasistas, nacionales y democráticos. Y hoy nos encontramos en un mundo globalizado, por la revolución de las comunicaciones vías las tecnologías satelitales y el cable de fibra óptico, por un lenguaje de marca computarizado de “Híper texto” (o HTLM), por la imagen digital y por una red masiva de comunicación social virtual e inalámbrica; y por un “sistema económico capitalista de libre mercado”, sin fronteras, sin nacionalismos, sin ideologías en contra y desregulado.

Es este sistema económico capitalista totalitario, el que prevalece globalmente en nuestros tiempos, trastocando los intereses, los recursos naturales y los destinos de los pueblos. Todas las naciones se han integrado a este sistema capitalista de libre mercado, en la sola idea de que es el mejor sistema económico aplicable a la modernidad de los tiempos actuales. Sin embargo, parece que este modelo económico, ha hecho de la “crisis económica” parte de su sistema; cada cierto tiempo y en cada crisis, como esta última, generada por la desconfianza en la acreditación del “techo de deuda” del enorme país del norte de América; los ricos se ponen a jugar a la Bolsa, que contiene las economías de las naciones, mientras los pueblos tiemblan por sus reservas y sus ciudadanos reclaman en las calles.

Este sistema capitalista totalitario, “¿es el error de la presente globalización?”. Tendríamos que analizarlo de verdad, dejando de lado el “lobby a favor de este sistema económico capitalista”.

El primer error y el más grave en esta presente globalización, es haber establecido un mismo sistema económico entre desiguales; es decir, entre países pobres económicamente hablando y países ricos. Ya sabemos hacia donde tiende la lógica en una sociedad entre un rico y un pobre; el rico impondrá las condiciones y el pobre solamente lo acatará, quedando a futuro desventajado. El segundo error tiene que ver con el sistema económico en sí; este actual sistema económico global, es un “sistema de ricos”, no me refiero solamente a países ricos, sino también, a ricos particulares que de manera co-adjunta con un país inversionista, manejan la economía pública del país recepcionista de dicha inversión. Así que son los “ricos particulares”, imponiéndose a los gobiernos en el mundo, aún del país de su procedencia, soslayando los intereses públicos, para dar plena prioridad a los intereses privados. Por último, la mala práctica de los ricos, de sobornar o comprar autoridades y leyes, para engrandecer su patrimonio en una nación, que ha traído como consecuencia el descuido al desarrollo y al interés público, por sus gobernantes nacionales. Tal como se vienen dando las cosas, de presidentes de bancos de reservas, que ingenuamente o por interés, han guardado la reserva nacional en dinero extranjero de papel y no en oro, como tradicionalmente se ha estilado; el ciudadano de a pie se cuestiona y dice: “¿A qué están jugando estos señores? ¿Cuál es su compromiso con su propia nación? ¿Quiénes nos gobiernan al final, los privados a quienes no hemos elegido o nuestras propias autoridades electas? Pienso que la corrupción cometida por una autoridad del gobierno, debe ser considerada “como traición a la patria”, porque la están vendiendo vilmente y están lucrando de ella.

Hoy como ayer, la globalización está arrastrando al mundo actual en el error de los ricos dominantes, que reducen a los países del mundo a un simple mercado y a sus economías a un juego de especulación.

Nabucodonosor, rey babilonio, sucesor de Nimrod milenios después, paseando en lo alto de su palacio, contemplaba todo su reino y se dijo a sí mismo: “¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué como mi residencia real, con la fuerza de mi poder y para la gloria de mi majestad?” (Daniel 4:31). Siendo degradado inmediatamente de su razón, como castigo divino por su soberbia, y actuando enloquecido como si fuera un buey.

Seguramente, estos ricos dominantes particulares, contemplan todo su imperio económico por el mundo; satisfechos o no; pero, por su menosprecio al derecho común de los seres humanos, serán juzgados.

Este sistema de ricos impuesto al mundo de manera global, es un error que arrastra a las economías del mundo; es una locura esperar que las naciones de manera igualitaria obtengan similares resultados económicos; obviando esas diferencias históricas, regionales, culturales y nacionales. Lo que sí se obtiene y se evalúa como resultado igualitario en todo el planeta; es que los países dominantes con sus ricos particulares adjuntos, se enriquecen y los demás países son desfavorecidos económicamente, recibiendo cada cierto tiempo esta crisis económica sistemática y especuladora, que crea desempleo, déficit presupuestario y protesta ciudadana, relegándose el interés público a fin de mantenerse anclado a los intereses privados de los ricos dominantes.

Debemos dejar este errado sistema económico de ricos, para terminar los cruces entre los intereses públicos y privados; y retornar a mirar nuestra propia valía como región y como país, en toda su riqueza autóctona y natural. Cambiemos de mentalidad; pongamos nosotros también, nuevas condiciones que nos favorezcan a futuro.

“Destruiré la sabiduría de los sabios, (dice el Señor) y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?” (1 Corintios 1:19-20)

¡Lee la Biblia!

(C.A.S.)/César Augusto Salinas/Reflexiones personales acerca de la verdadera crisis global.