“Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lagrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores y para ellos no había consolador. Y alabé a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía. Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen”
(Eclesiastés4:1-3/A.T./RVR 1960)
Como un ciudadano de a pie del siglo XXI, me sorprendo todavía, por ese menosprecio de esos grandes intereses que, ocultos mediante el relato de las opiniones profesionales de sus medios de comunicación, y de esos poderes públicos trastocados, dirigen hacia “la opinión popular”; considerando prejuiciosamente, que nosotros no nos damos cuenta de nada. Seguramente la mayoría de nosotros no sabríamos cuantificar ni leer las cifras astronómicas, que representarían la real pérdida económica que ha sufrido y sufre nuestro país, por causa de la gran corrupción privada, transnacional y estatal; pero, se equivocan. Porque nosotros sabemos que somos peruanos, y que el Perú nos pertenece a todos nosotros; y nos importa esta etapa critica y desastrosa de nuestra historia política y social en el presente; y nos preocupa sobremanera su futuro.
En el colmo de los colmos; hay quienes se han atrevido a afirmar “que somos nosotros la mayoría de los ciudadanos culpables”; por haber elegido mal o por haber dado nuestro voto a los expresidentes judicializados del Perú o a alguna autoridad de un gobierno local. Pero, “que sinvergüenzas estos señores”; ¿acaso no son los medios de comunicación, o los periodistas individuales o como personas jurídicas, los que han servido a la publicidad de las campañas políticas de todos estos cuando eran candidatos? ¿acaso no fueron ellos queriendo o no, los que han tomado partido y apañado a los corruptos en sus campañas políticas? ¿No son ellos los que han servido y hablado bien de las empresas corruptas que han estafado al país?
Ya es evidente que los grandes intereses en el Perú, siguen y promueven un guion, que es la “disolución del congreso”. Lo vienen intentando insistentemente, en las fórmulas de laboratorio de ensayos: Intento #1 /Congreso fujimorista vaca a PPK, opinión popular promueve disolución del Congreso. Intento #2 /PPK indulta a Fujimori Alberto, opinión popular vaca a PPK y exige disolución del Congreso fujimorista. Intento #3 /Vizcarra pone por delante la cuestión de confianza y se disuelve el Congreso fujimorista y aprista. Intento #4 El congreso ha sido disuelto contra toda norma de ley constitucional, y ahora lo que sigue es deshacerse del presidente Vizcarra; y sus amigos empiezan una campaña feroz de demolición, sacando todos sus trapitos jurídicos al aire. ¿Cuál es el objetivo? Son dos: Desaparecer toda investigación que los incrimina de las comisiones del Congreso Independiente fujimorista y aprista, cortando toda fiscalización. Y caotizar el sistema democrático, para pasar discretamente sus juicios pendientes y recomponerse en un nuevo posicionamiento en el país.
Si de verdad se quisiera “las reformitas” solicitadas por el actual ejecutivo; cerrar el Congreso o disolverlo, sería una interrupción que cortaría abruptamente toda esa iniciativa reformista.
Ha sido una pena, ver todo ese espectáculo disonante del magnánimo Congreso, de esas facciones de congresistas algunas lucidas, otras despistadas, otras pidiendo el auto suicidio congresal y otras bien ubicadas en el marco de la Constitución; en lo argumentativo como respuestas al pedido de la cuestión de confianza del ejecutivo.
Ya es evidente, además, que so pretexto de la mayoría fujimorista o de las personalidades apristas, y de otras distracciones, hasta hoy no se toca a la real y grande corrupción; cuyas cifras que lesionan a nuestra economía peruana, se mantienen todavía dinámicas, porque siguen sumando a favor de la gran estafa al país.
Ha sido una pena, además, ver el desconcierto de marchas de ciudadanos manipulados por una recompensa y de otros pidiendo el “cierre del congreso”, que no es otra cosa que optar por el caos y el retraso para nuestro país.
Pienso, que los ciudadanos que marchamos en las calles, visibilizando nuestros reclamos por derechos y justicia, debemos elevar nuestro nivel de protesta, al nivel inteligente de informarnos de el meollo de un determinado problema social, organizándonos en foros ciudadanos informativos y elaborando manifiestos que expresen articuladamente nuestros reclamos y procurando que nuestros reclamos tengan peso de ley.
¡Lee la Biblia!
C.A.S./Una opinión ciudadana sobre la coyuntura en nuestro país, Perú