“…acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.”
(“Judas” /Epístola, Versículo 3/RVR 1960)
Preámbulo
Siempre admiré desde mi juventud, a esos cristianos que utilizan los medios de comunicación seculares, para ejercer su ministerio evangelizador y profético, dirigiéndose al mundo no creyente como los destinatarios de sus mensajes; haciéndolo comprensible y diáfano, para los que lo ven, lo escuchan y lo leen. Indudablemente, concluyo, estos personajes genuinamente cristianos, tienen un don de Dios, que les ha dado un especial lenguaje comunicacional, que son capaces de provocar y sostener diálogos entre la Fe Cristiana y la Secularidad de los Pensamientos, las Ideas y las Preocupaciones globales. Por ello, mi oración a Dios, desde mi juventud, ha sido que yo pueda ser usado para comunicar el Evangelio con claridad y veracidad, especialmente para los destinatarios no creyentes todavía.
Introducción
En esta era de cambio y confusión, algunos ya se preguntan, si “la cuarentena social para sobreproteger a la población”, es una causa lógica, preventiva y científica, o estamos todos enganchados en un “Fake News Maestro”. Porque hay médicos científicos y éticos, que se sorprenden por lo inefectivo de los “protocolos implementados por la OMS”, desde un comienzo, que sirven de guía y atención para esta emergencia de salubridad y tratamiento por este “coronavirus”. Y estos científicos médicos se han dedicado a investigar, convocados por tanta mortalidad en el mundo y por su juramento de salvar vidas, que, gracias a Dios, algunos se lo han tomado en serio. Y han descubierto otros protocolos que están dando resultado, no solo en salvar vidas, sino también en la recuperación de la salud de los afectados.
Pero, escuchamos a los medios que parecen estar en una “campaña de meter miedo a la población”, que a la vez sirven de presión para que los mandatarios en acuerdo o no, extiendan las cuarentenas y restrinjan las libertades de libre tránsito social; y fungen de super policías, porque paran detrás de los ciudadanos que trabajan, estorbando con sus cámaras a los que desesperados buscan satisfacer sus necesidades básicas del día a día. Y estos medios declaran gráficamente, que el “virus nuevo muta, que, de ancianos, ataca a niños, a jóvenes, a mujeres; que se transmite por una mosca, por el aire, por no usar mascarilla, en el papel, etc., que todos los que han muerto es por el virus; y cada día sorprendiendo por las nuevas facetas dicen ellos va tomando el virus.” ¡Vaya!, ni que el virus fuera un “agente chipseado” Además, ni que ellos estén haciendo pruebas a la población o autopsias a los cuerpos, para que den todo tipo de afirmaciones absolutistas.
Como sea, el presidente de un país importante decía, “…alguien tiene que pagar ante la justicia por los muertos”. Y en un supuesto proceso judicial, por la causa de la seguridad e interés de la ciudadanía, se tendría que discriminar con cierta lógica: ¿Cuántos han muerto por causa del virus? ¿Cuántos por un equivocado protocolo? ¿Cuántos por la sostenibilidad de un falso dato o noticia? Y en los detalles se vería: ¿Era nuevo y pandémico el coronavirus? ¿Por qué no se cambió el protocolo por otro que prioritariamente salve vidas? ¿Los medios a que concursaban? Y en lo macro económico, como el interés detrás de todo: ¿El objetivo ha sido llevar a la población mundial a una vacuna milagrosa, que cual “cebo de culebra” los incautos compraran para una rápida y segura curación?
Yo tuve el coronavirus
Mi organismo casi todos los años que han transcurrido, sufre el cambio de clima de caliente a frio, por el invierno al verano y viceversa; así que termino con resfrió y afónico o sin voz. Lo que quiero decir es que se lo que es y hace un resfrió. Pero, el año pasado 2019, aparentemente sufrí, yo creía de lo mismo; pero nunca tuve un resfrió tan fuerte ni de esas características, que yo pensaba que era el final de mis días. Pero, Dios quién cuida de nosotros, me sanó. Al final, no supe que clase de enfermedad era lo que me había dado; ni supe como explicar a los que me preguntaban que enfermedad era lo que padecí; lo único que atinaba a decir era: “Creo que yo me estaba muriendo”.
Cuando empezó la cuarentena en el Perú, recibíamos mucha información y testimonios de las características del “coronavirus y de como afectaba a los que lo habían contraído”; fue cuando me quedé sorprendido al recibir todo esto y recién encontré explicación a lo que me había pasado un año atrás. Fue en un lapso de dos semanas; tomaba pastillas para el resfrió y el dolor de cabeza y garganta; pero no me hacían nada. A razón de que no tomo muchas pastillas porque me chocan dándome soñolencia. Pero era persistente el dolor y el resfrió, hasta que se agravó a medida que pasaban los días, no sentía a mi olfato, me quitó el apetito, el gusto del paladar, el pecho me dolía, tenía tos seca imparable que sacudía todo mi cuerpo, llegando a tener dificultad para respirar y escalofríos. Experimenté, además, en los días finales de la segunda semana, la perdida de energía, que hacía que me costara moverme o hacer alguna tarea física. Y justo el día más crítico de esta afección, le quise hacer caso a mi esposa, que me insistía en tomar medicamentos de manera sostenida; así que salí a la farmacia a duras penas, tuve que bajar a la avenida, porque la que estaba enfrente de mi casa, estaba cerrada; hubo momentos en que era tal la falta de energía en mi organismo, que deseaba rendirme y abandonarme, tirarme en el suelo de una de las esquinas, porque no sentía fuerzas en mí. Para colmo, la farmacia de la avenida también estaba cerrada; así que tuve que regresarme a duras penas, tal como había venido.
Al siguiente día, experimenté la familiar intervención de Dios cuando me sana de algún mal; mi cuerpo había subido su temperatura, me desperté con una sudorosa transpiración y sentía una fortaleza increíble; y lo más interesante, era como si nunca hubiera pasado por esa afección. Dios en verdad, cuida de nosotros.
Escuchando, además, que se reportan en el mundo casos de afectados por el famoso “coronavirus”, desde el año pasado 2019; pues, yo también les comparto que a uno de mis yernos también le pasó lo mismo, y a una vecina que falleció por una rara enfermedad.
Comparto todo esto para conjeturar en este sentido; si desde el año pasado ya lo hemos sufrido, y no hemos provocado contagio por la cultura de “como uno debe estornudar”; y alejarnos de nuestros pequeños y familiares porque estamos resfriado; y muchos lo hemos superado sin cuarentena, y sin mascarillas, aunque otros lo han padecido fatalmente. ¿Por qué se ha tenido que hacer pandémico un virus ya conocido, mutado seguramente, pero al final “un resfrío”? Por supuesto, mi afirmación y cuestión son retóricas.
Epílogo
En este contexto “pandémico” y de “ochentena”, la mayoría ha mantenido su mascarilla y su distancia, dando la impresión de encontrarnos en un gran hospital ambulatorio, en donde los enfermos son preparados para que reciban su tratamiento y su vacuna. Pero, tengo que decirles, en mi obligación de ser anunciante del "Reino de la Verdad", que no habrá vacuna eficaz ni mágica, que haga desaparecer ese mundo microscopico de estos invisibles organismos unicelular, bacterianos y virales con los cuales convivimos como humanidad en este mismo espacio-tiempo. Por eso mismo, este Dios que nos cuida, nos dotó de un Sistema Inmunológico que hay que fortalecer y cuidar; que por cierto, las cuarentenas y las mascarillas solo lo debilitan. Y el distannciamento en la práctica, nos está quitando nuestro capacidad de empatía unos con otros.
A mis hermanos en la fe; les conmparto el texto bíblico que está al inicio de este artículo; y luchemos por la práctica de la fe y de la comunidad de la empatía cristiana. En la confianza de que Dios nos cuida. Amén.
¡Lee la Biblia!
C.A.S./ Una reflexión acerca de la práctica de la fe y de la empatía.