Construyendo una nueva sociedad...

Una nueva sociedad post pandémica...
Una nueva sociedad post pandémica...

(Epístola a los Efesios 5: 30/RVR 1960)

 

“Porque somos miembros de su carne, de su sangre y de sus huesos.”

 

 

Introducción

 

Este pasaje de una de las Epístolas considerada y clasificada, en el grupo de las Epístolas Paulinas Eclesiológicas; se enseña una de las principales figuras de la Iglesia, que es “la de ser el Cuerpo Místico de Cristo”.  Por lo tanto, gracias al bautismo por la fe en Jesús, el Cristo, los creyentes tenemos una membresía nada menos que, en su carne, en su sangre y en sus huesos”.  Es decir, los creyentes como “cuerpo místico”, somos una parte entrañablemente sensible y prendida en Cristo.

 

Hay otras figuras principales de la iglesia, que se van resaltando en las páginas de las otras Epístolas; como, por ejemplo: “La Iglesia como Pueblo de Dios”, “Casa de Dios”, “La asamblea de los creyentes; “El Templo de Dios”, y otras figuras, que por cierto no son menos importantes.

 

Y la Iglesia de Cristo en todas las etapas y circunstancias históricas, ha tenido que repasar y redefinir su rol y su imagen pública, ante el mundo circundante que le exige respuestas para las diversas problemáticas sociales, que agobian a la humanidad. Esforzándose por “ser la Iglesia del Señor Jesucristo”, siendo fieles a su propia naturaleza, misión y esperanza futura en la tierra.

 

La sociedad secular...

 

Ya veníamos como sociedad del siglo XXI, tratando de construir una nueva sociedad acorde a los nuevos tiempos, en ese proceso de transición del siglo XX al siglo XXI, dejando de lado valores tradicionales familiares, derechos laborales y sistemas económicos con fines sociales y nacionales, cambiándolos por un desregulado sistema económico de ricos, privatizándolo todo, convencidos que la gran inversión mejoraría las vidas, los servicios y la economía de los pueblos. Hasta que la gran corrupción, desenmascaró a estas grandes empresas trasnacionales y locales, que echaron a perder todos esos proyectos de desarrollo que los pueblos esperaban ver cumplirse. Proyectos que se constatan hoy que son inservibles, que no han mejorado nada, y lo que es peor, han sido inútiles en este tiempo de pandemia que azota a la humanidad. Especialmente, los referidos a los carteles y a la tercerización de los servicios de salud; a la inversión pública y a las mejoras de infraestructuras. Todo este sistema ha sido una gran estafa a los pueblos del mundo; especialmente a los menos desarrollados.

 

Se venía detectando, además, una conspiración y despropósito contra el orden establecido que conocemos, desacreditando a sus instituciones de gobierno, a su sistema de justicia, a los partidos políticos, al comercio mundial, a los acuerdos geopolíticos, a sus organismos universales de consenso y acuerdo mundial que prevén por la paz, y a las soberanías de los pueblos; como si el objetivo pareciera ser, “la destrucción de todo orden conocido”. Utilizando como herramientas a esta gran corrupción y a esas instituciones mediáticas del relato veraz, hoy descreditadas.

 

Y ahora, nos llegó esta pandemia del “coronavirus”, que manipulada o no, ha paralizado y descontinuado a todo nuestro sistema artificial de vida urbana, de grandes y pequeñas ciudades; destruyendo o desmoronando las economías nacionales. Condicionando a las naciones afectadas, a que ahora se reformulen modelos de “una nueva sociedad post pandémica”; aunque hay corporaciones que ya tienen preconcebidos modelos de “una nueva sociedad post pandémica”.

 

¿Qué clase de nueva sociedad seremos condicionados a ser los pueblos del mundo? ¿Seremos una sociedad vacunada y chipseada? ¿Seremos una sociedad encuarentenada permanentemente y bajo control estatal? ¿Seremos una sociedad regulada en su distanciamiento social? ¿Seremos una sociedad selecta sin viejos ni enfermos? ¿Seremos una sociedad de trabajadores esclavos que tienen que pedir permiso para trabajar y luego tienen que encerrase en sus casas porque no tienen libertad de libre tránsito social? ¿Seremos una sociedad programada por los medios de comunicación para sentir miedo y aceptar todo lo que nos dicen como verdad absoluta? ¿Seremos una sociedad inexpresiva y en abstención permanente por temor a contagiarse de algún virus? ¿Seremos una sociedad modelada por las Corporaciones o por la ciudadanía? ¿Seremos una sociedad vigilada y sin derecho a privacidad? ¿Seremos una sociedad que como a un bulto se puede sacar y guardar? ¿Seremos una sociedad enmascarada? ¿Seremos una sociedad sin representación y bajo una dictadura estatal?  ¿Seremos una sociedad bajo ataque por locos que juegan a ser dios?  ¿Seremos una sociedad sin derecho a la libertad?

 

La sociedad del reino…

 

La Iglesia de Cristo, como la “comunidad del Reino de Dios”, siempre está en un proceso de construcción de ese mismo reino, en su vida congregacional y tiene por misión central, el ser la anunciante de este Reino de Dios, con el objetivo de extenderlo hacia los pueblos del mundo. Así que “el cambio para lo mejor de una vida social fraternal y ética”, es su mensaje y su aspiración permanente.

 

Pero, la Iglesia siempre a tenido el problema de la identidad en lo que respecta a su imagen pública; que ha estado siempre ligado a su edificio, a su mole eclesial ornamentado, y a su templo local. Y hoy, las modernas megas iglesias, con sus megas templos, agudizan aún más esta cuestión de la imagen pública de la iglesia, en lo que respecta a su identidad. Aunque en los ámbitos bíblicos académicos y teologales, se enseña que según la etimología del termino “iglesia”, que significa “asamblea, congregación”, decimos que: “la iglesia son las personas, los creyentes reunidos para adorar a Dios y tratar los asuntos de su Reino”. Pero, en la práctica confundimos a la iglesia con el edificio, y a los creyentes solo los vislumbramos cuando están dentro de este templo.

 

En este contexto pandémico y post pandémico, la Iglesia de Cristo está condicionada también a redefinir su rol misionero; y como la garante del Evangelio de la Verdad y siendo fiel a su propia naturaleza, debe responder a la siguiente cuestión: ¿Cómo podremos ser hoy la iglesia del Señor, la Comunidad del Reino de Dios?  ¿en medio de estos tiempos tan especiales en que se pone parámetros a su existencia y práctica?  Pues, considero que estos últimos tiempos, nos están dando la oportunidad de volver a nuestros orígenes, cuando la iglesia no tenía edificios o templos materiales, y más bien era su práctica cristiana lo que definía su identidad comunitaria y pública.

 

La Iglesia del Pentecostés del libro de “Los Hechos de los Apóstoles”, es el modelo ha seguir; pues, funcionaban como una “iglesia doméstica”, es decir, en las casas cristianas. Lo que hoy reconoceríamos como “células familiares”, que el Espíritu Santo ha estado promoviendo y que se hizo una práctica exitosa en todas las iglesias cristianas. Pues, hoy es su tiempo eficaz.

 

Debemos saber las Iglesias , que el último llamado misionero lo hace Dios a las “iglesias locales”; estas tienen que cumplir la misión de ser “la comunidad del reino de Dios”, ser fieles a su propia naturaleza y a su esperanza. Cada “iglesia local” tendrá que lidiar en su medio para el cumplimiento de su ser y hacer; descubrir sus propias estrategias y dar lugar a la dirección o soplo de su Espíritu. Estamos en la era de los nuevos “padres de la iglesia” ;  de “los héroes de la fe”; de las iglesias proactivas.

 

Conclusiones

 

1.- La “nueva sociedad post pandémica”, será modelada ¿por las corporaciones, los grandes intereses, la ciudadanía o por los gobiernos soberanos? Porque tengan por seguro, que ya hay modelos preconcebidos, desde antes de la pandemia.

 

2.- El Mensaje a las Siete Iglesias en el libro de “Apocalipsis o Revelación”, es el Mensaje de Jesucristo a “iglesias locales”; y tengan por seguro, que Jesús no se refiere a edificios o templos en los cuales no cabe el Poderoso Gigante; sino a creyentes de una localidad, en cuya vida comunitaria  se registra históricamente la vida, pasión y muerte de sus fieles, por la causa de la fe.

 

3.- Los creyentes que tenemos en claro la Doctrina de Jesús y sus Apóstoles, sabemos que vivimos tiempos de alarma, y que hoy como nunca las condiciones están dadas para la aparición del anticristo, que por cierto es llamado y anunciado por este otro nombre: “el desolador”.

 

Oremos a Dios y vivamos la fe en Jesús el Hijo de Dios, quien nos protege, teniéndonos en sus manos.

 

¡Lee la BIBLIA!

 

(C.A.S.)/ Un reflexión acerca del rol de la iglesia y de la sociedad.

 

 

 

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