El ser humano desde las épocas más remota de su vida en sociedad, ha tratado de explicarse a sí mismo, los fenómenos naturales que son parte de su entorno y de su realidad física-humana; en esas explicaciones ha articulado sus sistemas religiosos, basados en creencias o supuestos religiosos, y ha elaborado imágenes que reflejan a los elementos y a esos fenómenos naturales, que a la vez grafican su admiración, su temor y su sentido de insignificancia ante el misterio del funcionamiento de la tremenda maquinaria de la naturaleza, que unas veces es benéfica y otras veces es catastrófica, para la vida humana en sociedad.
Estas creencias o supuestos religiosos han llegado a nosotros de manera distorsionada, por la interpretación de cada generación anterior; creencias que han llegado a integrar el folklor religioso antropológico de los pueblos.
Así que la vida y la muerte, que son temas existenciales y reflexivos, en la filosofía humana y en la religión, son explicadas en base a creencias religiosas o folklóricas; conceptualizando la trascendencia de cada uno de estos estados finales absolutos del ser humano.
A la pregunta ¿qué es la vida?, seguramente tendríamos respuestas como que “la vida es un don natural”, “es movimiento”, “es energía”, “es alegría”, “es propósito y trascendencia”, y otras ideas. Y si preguntáramos ¿qué es la muerte?, escucharíamos respuestas como que “la muerte es la cesación de los órganos vitales del ser humano”; “es decepción”; “es dolor”; “es quietud y silencio desesperante”; “es una realidad mortal y miseria humana, inevitable y espantosa, que llegará a experimentar todo ser humano.”
Entonces, la gente celebra folklóricamente su respeto, su idea o su miedo natural a la muerte; y mediante sus creencias trata de asimilarla, enfrentarla, comprenderla y salvaguardarse de ella.
Pero, ¿qué nos enseña la Doctrina Cardinal del Cristianismo y su libro sagrado que es la Biblia?
En primer lugar, que la vida humana es creación de Dios; que la muerte es castigo divino por el pecado original de rebeldía; y que en el drama de la Historia de Salvación, el evidente intento de Dios, es volver al hombre a su estado de gracia y eternidad bendecida, para lo cual envió a su hijo amado Jesucristo, para su rescate.
Además, en la Biblia encontramos enseñanzas específicas acerca de lo que es la muerte, como parte del drama de la historia humana:
1.- La muerte vino como castigo por el pecado; Dios le dijo al hombre:”…polvo eres, y al polvo volverás”. Para, luego expulsarlo del paraíso que habitaba el ser humano en la presencia de Dios. (Génesis 3: 19c; 23).
2.- A causa de la maldad del hombre y del desorden moral en los niveles espirituales; Dios acortó los años de la existencia humana. Sentenciando este mínimo, Dios dijo: “…serán sus días ciento veinte años”. (Génesis 6:3c) A comparación de las edades casi milenarias de los primeros hombres ante-diluvianos.
3. En la mentalidad patriarcal del hombre de Dios, morir en buena vejez y con la bendición de Dios, era morir con muchos años de vida encima, haber tenido muchos hijos y descendientes, y ser enterrado en su propio sepulcro para perpetuar la memoria familiar. ((Génesis 25: 7-11)
4.- La muerte viene como una plaga que Dios controla, y cae selectivamente sobre quienes Dios ha decidido el final de sus días. Esto lo resalta el libro de Éxodo 12:29; pues, la muerte que Dios dirigió selectivamente, fue la última plaga que Dios trajo sobre todo Egipto, y doblegó la soberbia del faraón, que al final “dejó en libertad al pueblo de Dios.”
5.- La supuesta aparición del alma del profeta Samuel, por la invocación a los espíritus de los muertos, que hacía una mujer espiritista de los tiempos del rey Saúl, aparenta que los muertos pueden despertar y estar consciente de los negocios pendientes de la vida terrena; pero, no es así. (1Samuel 28). Según la angelología, los ángeles buenos o malos, pueden asumir personalidades; los buenos para representar y traer revelación de los mensajes de Dios; y los malos para engañar y crear obsesiones perturbadoras en el ser humano. Así que se afirma, que realmente era un ángel en representación de Dios, quien hablaba con Moisés, en el Monte Sinaí; y era otro ángel, el que asumió la representación del Cristo celestial, quien habló con el apóstol Juan, para alcanzarle la Revelación de Jesucristo para su Iglesia. Y eran ángeles los que asumieron las personalidades de Moisés y Elías, en el “monte de la transfiguración” de Jesús, mostrándose ante sus discípulos. (Mateo 17:2-3). Y era un ángel quien asumió la personalidad del profeta Samuel, para revelarle al rey Saúl, que Dios lo había sentenciado a morir, por consultar a esta espiritista, práctica prohibida por la ley de Dios. Los que consultan a los espíritus de los muertos, realmente están siendo escuchados por los demonios, que luego juegan con ellos, engañándoles, asumiendo personalidades de familiares muertos. (1Corintios 10:20).
6.- Dios tiene poder sobre la muerte y a quien quiere resucita de ese estado. Los Evangelios nos refieren los casos de la resurrección de Lázaro y una niña de 12 años, entre otros.
7.- La muerte del hombre no estaba en los planes de Dios, y le provoca tanto dolor como puede sentir el hombre. Jesús lo expresa ante la tumba de Lázaro, antes de resucitarlo; pues, Jesús se conmueve al ver llorar desesperanzadamente a las hermanas de Lázaro, y el pasaje bíblico dice resumidamente: “¡Jesús lloró!”. (Juan 11:35).
8.- Jesús experimentó la muerte como uno de nosotros; pero, la muerte no tuvo poder sobre Jesús, porque en él no había pecado; por lo que resucitó en victoria al tercer día.
9.-A la muerte se le personifica como el “postrer enemigo del hombre” que será vencido; por lo que en su derrota se cantará un himno de victoria: “Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? “(1Corintios 15: 54-57)
10.- La muerte es considerada en la enseñanza de Jesús, el Mesías, como un estado estático y transitorio, del cual saldrán buenos y malos en resurrección, para ser juzgados por nuestras historias de vida. Jesús, enseñó: “…vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y todos los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” (Juan 5: 28,29)
11.- La muerte personificada como un ser contrario al benévolo propósito de Dios, a favor de los seres humanos redimidos por Cristo, es visualizado apocalípticamente en su fin, siendo lanzado al “lago de fuego”, para su definitiva destrucción y condenación.
12.- El “lago de fuego”, es una realidad futura de juicio de Dios, y según el libro de Apocalipsis se afirma: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lado de fuego”. (Apocalipsis 20: 15). El cielo y el infierno serán dos realidades futuras, como destinos finales para todo ser humano; destinos que elegimos ahora.
El gran apóstol Pablo, predicando el Evangelio a los atenienses, que eran dedicados a la adoración y disertación sobre las deidades, y en cuyo panteón monumental, había un espacio vacío con la inscripción: “Al Dios no conocido”; les argumentaba: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan…”. (Hechos 17:16-34)
Porque ese Dios verdadero, Dios del macrocosmos, cuya existencia siempre ha sido intuida por los hombres de todas las generaciones, y que ha permanecido como un Dios desconocido; ahora ese Dios verdadero, quiere darse a conocer, y para eso envió a su hijo Jesucristo, para que él lo revele a toda persona.
“Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro:”
(Romanos 6:23)
¡Lee la Biblia!
(C.A.S.) /Clasifíquese como una reflexión bíblica-teológica.