Enseñaba el Señor Jesús: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad justo juicio…” (Juan7:24)
Como ya es habitual, Venezuela sigue siendo el epicentro de las confrontaciones y el blanco de las críticas, por aquellos que hubieran querido que “muerto Chávez, muerto el chavismo”.
En esa ilusión o vehemente deseo de los que están alineados en el mundo por un pro capitalismo totalitario; no han tenido otra primera reacción sino la de vociferar a mil voces, en contra de la elección y proclamación apresurada del actual presidente de Venezuela Nicolás Maduro. Estas personas vociferantes en contra del señor Nicolás Maduro, vienen mostrando lo negativo que ellos ven como amenaza para Venezuela, es decir, se vienen mostrando como “dictadores en sus comentarios y opiniones”, desestimando todo el proceso electivo, asumiendo el rol de jurado, autoridad electoral, juez, policía, ejecutivo y mandamás.
El error del señor Nicolás Maduro es haberse apresurado al ser juramentado como el ganador de las elecciones presidenciales pasadas; previniendo la conspiración extra nacional que él advertía en contra de su candidatura.
El error del Señor Henrique Capriles fue afianzar su candidatura buscando el respaldo extra nacional, para hacer fuerza en contra del candidato adversario y ser respaldado en cualquier reclamo a su favor.
Pero, el señor Capriles venía a esta contienda electoral, ya derrotado por el señor Chávez en vida; en el anterior proceso. Un veterano periodista peruano de RBC TV, inteligentemente aportó: “Ya era sabido que el señor Maduro ganaría las elecciones; debido a que el señor Chávez en vida, se había dedicado a hacer campaña a favor del señor Maduro, señalándolo ante sus partidarios y simpatizantes como su sucesor”.
Ojalá el señor presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, deje por el momento esa actitud chocante confrontacional, que lo desluce, para actuar ahora en la dignidad del cargo que lo enviste, para ser el presidente de todos los venezolanos; y asimismo exhorte a sus ministros y representantes de gobierno, a actuar en la dignidad del cargo que ostentan. Y ojalá el señor Capriles, tome conciencia de que los que opinan y apoyan su reclamo desde afuera de su patria, no irán a la marcha juntamente con sus seguidores reales venezolanos. Y que entienda que en su poder está guiar a sus seguidores a una inútil provocación a las actuales autoridades con la consecuente exposición de su integridad física y el anarquismo colectivo; o el unir a su país y darse el tiempo para hacia adelante, preparar su proyecto de gobierno para toda Venezuela y asistir a una nueva contienda electoral presidencial.
No es un chiste ni una historia de ficción que contemplamos en una televisión la coyuntura en Venezuela, por lo que debemos ser responsables en nuestros comentarios; ¿o pretendemos ver desangrarse a este país hermano?
Nuestros políticos peruanos, personajes ilustres y hombres de comunicación “antichavistas”, no han tenido una mejor idea que estigmatizar a su actual mandatario con el sobre nombre de “chavista”; estigmatización que ha sido recurrente hasta la saciedad en las campañas electorales peruanas del 2006 y el 2011; y que hoy empiezan a recargar con el pretexto de lo que pasa en Venezuela, obedeciendo un interés político particular pre-electoral 2016.
Pero, aludiendo a la sentencia proverbial de Jesús, el Maestro Divino, reflexiono sobre esta coyuntura peruana: “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no hechas de ver la viga que está en tu propio ojo? (Mateo 7:3)
Porque en nuestra realidad peruana se han levantado dictaduras, que atropellan los intereses nacionales, a la verdad y a la justicia. Dictaduras que reviven “revocatorias”, que imponen resultados electorales sumando o restando ha pedido, y que sacan jueces “bajo la manga” para una sentencia subalterna. Dictaduras de la corrupción que tiene su ejército de peones copando todas las instituciones, que archivan sus casos procesales y premiando con la impunidad a sus agentes. Dictaduras de los grandes intereses que imponen sus candidatos, que demandan un gobierno complaciente y que quieren dirigir la voluntad popular dictándoles al que deben o no deben elegir.
En el colmo de estos dictadores, están continuamente adelantando que la señora Nadine no debe ser candidata en el proceso electoral del 2016; y que el señor Humala debe irse terminado su periodo presidencial, porque debe cumplir lo que prometió. Pero, ¿no estamos acaso en una democracia? ¿y quiénes son estos dictadores para poner o sacar candidatos? ¿Quiénes son para decidir por el pueblo lo que le conviene o no?
En el colmo de estos dictadores, han venido promoviendo el bullying mediático contra dos damas que representan a la mujer peruana inteligente y ”full chamba”; una de ellas es la actual Alcaldesa de Lima Metropolitana y la otra es la Primera Dama del Perú.
En el colmo de estos dictadores, han venido descalificando al mandatario peruano motivados por su “antichavismo”, desmereciendo su doble envestidura como Presidente de todos los peruanos y Presidente de UNASUR. No saben ahora como expresar sus ganas de gritar agitada y desesperadamente ¡Revocatoria! Y otros más extremistas, han descalificado a las otras inteligencias presidenciales que conforman los países de UNASUR, que asistieron a la presentación protocolar del nuevo presidente de Venezuela, que hasta antes había sido el vice-presidente y presidente transitorio del gobierno de él que en vida fue Hugo Chávez Frías.
A manera de comentario, es bueno decirlo, el señor Humala puede haber cumplido o incumplido su proyecto denominado “gran transformación”, a pesar de todas las zancadillas o incondiciones que ha encontrado en sus intentos. Pero lo que nadie puede negar es que su formación es la de un presidente demócrata y hasta ahora ha demostrado ser un gobernante honesto; que sigue tratando mediante la hoja de ruta o el proyecto de la “gran trasformación”, el progreso de nuestro país equitativamente.
Si el señor Humala (o la señora Nadine), postularan para un nuevo periodo presidencial en el 2016, el pueblo y solo el pueblo, tendrá el derecho y la decisión de elegirlos o no.
Un saludo especial a mis hermanos cristianos en la fe en el país de Venezuela; y mi apoyo incondicional en oración a Dios Altísimo, por la unidad de todos los venezolanos.
¡Lee la Biblia!
César A. Salinas (C.A.S.)/Una opinión y comentario personal.