Anomia
“…y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.”
(“Mateo” 24:11 /RVR 1960)
I
Este señalamiento de Jesús hacia el enfriamiento del amor, por causa de la multiplicación del mal sobre toda la tierra; es la conclusión de una lista de “las señales del fin”, que en su propio contexto reveló, como: “El engaño, las falsas religiones, las guerras y conflictos entre las naciones, las pestes, hambres y terremotos”. Eventos que en su cumplimiento han marcado a nuestra historia de desarrollo humano y a un comienzo del fin.
Esta frialdad del amor hacia el prójimo, como consecuencia del crecimiento de la maldad, son las marcas de nuestros tiempos, y que explican las atrocidades que el hombre acomete en contra de sus semejantes.
Hemos sobrevivido a una “pandemia hibrida”, manejada desde los medios de comunicación, en una persistente campaña de miedo y de condicionamiento a una sola cura. Y ahora, en la actualidad, vivimos una guerra provocada por intereses económicos, por la prevalencia de una hegemonía regional y por una antipatía étnica. Una guerra en que los medios hegemónicos solo enfocan y ponen en valor a su moderno armamento, depreciando la vida humana de tantos soldados y civiles muertos de un lado y otro. Una guerra con cruces de interés que pone en riesgo el futuro de los pueblos y del planeta.
Las otras “señales últimas pendientes” que nos quedan, son: La manifestación de los hijos de Dios; la manifestación del Anticristo; la Evangelización mundial; la Gran Tribulación; el Armagedón y la Segunda Venida de Cristo a la tierra.
II
La pandemia ha servido como pretexto para quitar de en medio a mucha gente con otra información, que se mantuvieron firme en el rechazo a lo ilógico de la cura única y obligatoria; y que, ahora pasado las restricciones, han perdido sus puestos de trabajo o sus privilegios y beneficios laborales.
Pero, lo más grave que ha generado los años de pandemia, es la anomia como política de gobierno, en la aplicación de su cura ‘única, restricciones y obligatoriedad. Es decir, la ausencia de la ley en todo lo que se aplicó en este periodo pandémico: en que se han dado graves delitos, muertes, abusos en contra de los ciudadanos, falsa publicidad de la cura única, enriquecimiento ilícito de los intermediarios por comisiones arregladas, censura y difamación a la comunidad científica, y desaparición de los influyentes con otra opinión informada.
Pasado todo este drama pandémico, toda investigación actual confluye y decae en esta anomia; es decir, en la ausencia de la Ley para investigar, juzgar y sancionar las atrocidades en el contexto de esta historia negra. Los Estados y los Intereses Privados cómplices de ese periodo, no quieren saber: ¿De qué realmente murieron toda esa gente? ¿Cuán efectiva fue la cura única? ¿Quiénes se enriquecieron a costa de todo este drama mundial? ¿Qué delitos graves se cometieron? ¿Cómo se indemnizará a los pueblos engañados y principales afectados de las restricciones? ¿Qué fue verdad y cual el engaño?
III
La anomia es más evidente en el juego comercial y geopolítico contemporáneo, en que las “sanciones de toda índole” se imponen sin base a ninguna ley. De repente los acuerdos comerciales y geopolíticos se ven sorprendidos, por sanciones que nadie acordó. Y las naciones se sienten atropelladas en su derecho, cuando otra nación unilateralmente decide apoderarse del oro y de los recursos económicos, que se suponen son soberanos. O dicho, en versión popular: “Decide robarse el oro y los recursos económicos de los jugadores”.
En esta “guerra provocada euroasiática”, también se evidencia esta anomia o ausencia de la ley, cuando toda Europa y la OTAN, mediante sus enajenados representantes, asumen la guerra armando, entrenando y enviando soldados, como si Ucrania hubiera sido miembro de estos organismos europeos supranacionales. Es posible que su admisión se pueda procesar, pero según sus leyes, eso solo será posible en el tiempo y teniendo en cuenta los requisitos prescritos. Pero, esta “guerra bizarra” es la que genera lo vigente de esta anomia o degradación de sus propias leyes, “en el jardín europeo”. Y que, de seguir así, “este jardín quedará convertido en una chacra.”
IV
Esta anomia o degradación, ausencia, mala y caprichosa aplicación de la ley, ha dejado un defecto en la ley, en pleno siglo XXI, en que se ha venido dando “persecuciones o abusos jurídicos en contra de personajes que representan una opción política diferente, con el fin de sacarlo de carrera o de desprestigiarlo de por vida.”
Presidentes progresistas como Dilma y Lula en el Brasil; Correa en Ecuador, Cristina en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Maduro en Venezuela con las sanciones, Humala al terminar su mandato, Keiko Fujimori y Castillo de Perú; han pasado por esta “aberración jurídica” y todavía sufren este “lowfare” o “persecución jurídica que no tienen fundamento de ley”.
En el caso de Perú, lo que se desarrolló de manera original, aunque de toda manera es un “lowfare”, ha sido “las prisiones preventivas abusivas y caprichosas acusaciones que superaban lo extemporáneo”. Y que al final terminaban con un mamarracho de acusaciones, y con un rechazo de la instancia judicial.
Vivimos en estos últimos tiempos esta anomia, que se ha convertido en el estado crónico de nuestra sociedad.
Así que la ley ya no es lo que está escrito y acordado socialmente; sino la ley es lo que a cada uno le da la gana de interpretar o decir de ella. Como nuestro Congreso peruano en la práctica lo demuestra; para ellos la Ley Constitucional y su Reglamento no es lo que está escrito, sino lo que a ellos les parece que debiera decir. La ley dice 104; pero ellos dicen No, también se puede validar con 101.
Una misma ley se aplica a unos, con todo su rigor y extra-interpretaciones; y esa misma ley se acomoda y se flexibiliza, con beneficios creados para que favorezcan a los grandes corruptos transnacionales, que no pasan “por prisiones preventivas y que solo pagan reparaciones irrisorias.”
Al final, los dictámenes finales reflejan y concluyen en una barrabasada.
V
La anomia pone en peligro el orden mundial y es el causante de los males presente en las relaciones internacionales. Y por que no decirlo, es el causante de esta “guerra bizarra” que se da en nuestros tiempos; porque los organismos internacionales que debieran evitar y prever el orden y la paz mundial, no siguieron la ley escrita o de acuerdo internacional, sino que se parcializaron con los que han venido promoviendo esta anomia.
Esta anomia como fenómeno social, político y jurídico nos lleva al caos y a la destrucción de todo orden que conocemos hasta hoy. Yo no podría afirmar que esta anomia sea una estrategia, que busca la autodestrucción de todo orden establecido; pero, sí puedo decir, que el mundo esta amenazado por esta anomia que generará al final un caos imparable; como que ya ha empezado a generarlo.
Somos los cristianos y las personas de buena voluntad, quienes debemos de perseverar hasta el final, para resistirnos y evitar que nuestra Civilización Cristiana y Culturalmente de Paz, sea eliminada.
Hoy más que nunca, es un imperativo necesario, el surgimiento del mundo multipolar, que pueda dar estabilidad a este caótico mundo, que está atrapado en esta anomia o ausencia de la correcta aplicación de la ley escrita y de acuerdo social e internacional.
“Lee la Biblia”
(C.A.S.) / Ensayo reflexivo sobre una señal de los tiempos presentes.