Analizando la etapa electorera actual

Uno de los indicadores de que la economía peruana está ok, es “el consumo,” decía un economista peruano corporativo, a un medio público en el extranjero. El consumo interno refleja cifras increíblemente extraordinarias, aparentemente, los peruanos tienen plata; pero, lo que faltó agregar, es que el consumo interno de la gran mayoría es “al débito”. Y que la deuda por crédito de consumo en cifras, es tanto o más “que la deuda externa”. (¿Hipérbole o realidad?)

Nos toca ahora a los peruanos, participar en la justa electoral presidencial del 10 de Abril del año en curso; y como toda campaña, esta tiene también su particularidad, que se caracteriza “por una saturación”, (sin ánimo de ignorar a los nuevos ), de candidatos cuyos gobiernos y ministerios, se dedicaron al comercio selectivo de los recursos naturales y estratégicos del país; y de congresistas que no honraron su compromiso fiscalizador, a favor de los intereses del pueblo que los eligió, y que tampoco honraron su compromiso con los partidos, que los trajo a ocupar una curul en el Congreso del Perú; por ese transfuguismo y “piel de camaleón” que alcanzó y chamusqueò, aún a los congresistas evangélicos de “Restauración Nacional”.

Una de las cantaletas que se viene escuchando desde elecciones pasadas, es la de renombrar de “izquierda” a unos y a otros, de “derecha”; pero, ¿qué derecha? ¿No se han rematado, fusionado o transnacionalizado las empresas peruanas tradicionales de interés para la Gran Inversión? ¿No se ha suprimido las fronteras en el imaginario colectivo por el beneficio del libre mercado o la globalización? Por consiguiente, ¿qué sentido de pertenencia o idea de patria, tiene la supuesta “derecha” inexistente?

Los candidatos dirigen ahora su campaña de convencimiento, al votante más importante, el pueblo, que en su mayoría, es gente sencilla y trabajadora, que hace más de dos décadas, sigue manteniendo su economía “del día a día”, en ese perfil del peruano real “mil oficios”. Ante este pueblo, los candidatos bailan, se suben a una moto taxi, recorren los cerros marginales, se esfuerzan por parecerse a esta gran mayoría, a la cual todos prometieron representar, beneficiar y defender, pero, que en la práctica, no cumplieron.

La argumentación de los discursos de los candidatos es pobre, a la falta de una ideología o idea clara, que explique cómo se ha comportado el libre mercado para beneficio de todos los peruanos, y cuando vamos a empezar a desarrollarnos autóctonamente como nación, a partir de toda esa reserva fabulosa, que supuestamente hemos venido acumulando desde el gobierno anterior, hasta el gobierno saliente. Esa reserva fabulosa está ahí, porque tanto los gobiernos regionales como el central, han demostrado más perfil de “cajeros”, que de “inversionistas para el desarrollo, inversionistas para hacer patria”

El insulto, la persecución, “la guerra sucia”, el ensayo de tomar banderas de derechos humanos controversiales o de casos personales de humana sensibilidad; son los argumentos de algunos candidatos. Y la prensa de dejo farandulero, de escandalitos y de componendas, no ayudan a levantar el nivel argumentativo y dialogante, de los candidatos. (Excluyo en esta observación, por supuesto, a ese periodismo de verdad y de honrosa profesión).

Vamos ya para 20 años, que estamos tratando de ajustar nuestra vida como nación, al modelo de ser un país rico; porque ese es el modelo que el capitalismo galopante y solitario, ha vendido a los países que se han asimilado “al libre mercado”. Tenemos las mega tiendas “Metro”, los grifos “Shell”, los “McDonald’s” y los “Kentucky Fried Chicken”, que antaño eran negocios en zonas exclusivas y residenciales; ahora lo vemos en zonas populares y marginales, creando un estilo de vida para los peruanos a lo rico, pero, todavía con una economía familiar de país pobre, (de pobre trabajador con su mismo nivel de sueldo). Y el crédito al débito, es el negocio del siglo para estas transnacionales; aunque para los peruanos, es “una cárcel de desesperación”, por sus moras adquiridas.

Se esperaba la eficiencia, la inversión foránea para los grandes proyectos de desarrollo interno, por parte de la administración privada de los bienes y servicios, de las empresas transnacionales; pero, lo que hemos constatado hasta hoy, es la eficiencia que han tenido “para llevar agua a su molino”. Su habilidad en triplicar sus ganancias netas y de persuasión para con los gobiernos de turno. Su habilidad tipo transforme para utilizar la misma infraestructura empresarial autóctona de servicio, hasta que se caiga, para recién renovarla. Su habilidad para evadir el impuesto a la sobre ganancia y no pagar el precio de la estandarización de la seguridad, prevención y optimización de sus operaciones empresariales, para beneficio de sus trabajadores peruanos y el medio ambiente. (Hablo en negativo, sin obviar todo lo positivo que los gobiernos de turno han expuesto de estas transnacionales).

Si quisiéramos evaluar a este gobierno saliente en cuanto a su función de Estado, diríamos que ha sido un “gobierno presidencialitista”, por su toma de decisiones soberanas, que en la práctica no ha reflejado el consenso del gobierno en su conjunto ni de los otros poderes del Estado. Y ha sido un “gobierno dicótomo”, cuya representación ha sido de sus propias decisiones y no de los que debiera representar, que es la del pueblo peruano y de sus intereses nacionales presentes y futuros.

Como peruanos, estamos esperando y preguntando ¿dónde está? ¿Cuándo empieza el desarrollo en nuestra patria? ; porque no hay desarrollo sin educación, sin industria nacional, sin la valorización de lo propio, sin reversión de los grandes ingresos a un proyecto de futuro, de patria. El dinero se acaba, se devalúa, despierta codicias, se vuelve efímero e inútil, sino se invierte en país.

Jesús, el Señor, declaró:”… a los pobres siempre los tendréis con vosotros” (Juan 12: 8); es un mal que surge de la vida en sociedad, a causa de como estratificamos, valorizamos y distribuimos las riquezas.

También, calificó a las riquezas de “injustas”, (Lucas 16:9), porque solo unos cuantos la poseen, y una gran mayoría son privados de ella.

La traba económica en el Norte de América y en Europa, quizá se deba a que a unos cuantos ricos, no les conviene que se destrabe; y en este modelo de ricos implantado al mundo, el beneficio sigue siendo para unos cuantos.

Si seguimos así, tan fielmente a este modelo económico, ¡cuidado!, no vaya a ser que también a nosotros nos llegue la crisis económica, como lógica de seguir y agotar, los métodos y recursos de este modelo de ricos. (La trampita se prepara, la mirada externa está en el chanchito guardadito y repleto).

Necesitamos, urgente, un gobierno que delinee el gran proyecto de desarrollo y futuro de patria, y sin esa dependencia que todavía persiste en el actual siglo XXI.

¡Dios, nos ayude!

(C.A.S.)

Una cuestión personal y ciudadana.